El diario de las cajas de fósforos

Paul Fleischman (autor), Bagram Ibatoulline (ilustr.): El diario de las cajas de fósforos. Barcelona: Juventud, 2013. 38 pp.

Diario fósforos

Mirad el objeto más sencillo. Tomemos, por ejemplo, una vieja silla. Parece insignificante. Pero pensad en el universo que contiene… Hasta la silla más vieja lleva por dentro la fuerza inicial de aquellas savias que subieron de la tierra, allá en el bosque, y servirán todavía para dar calor cuando llegue el día en que, hecha trozos, se queme en algún hogar (Antoni Tàpies: L’experiència de l’art)

Mirad el objeto más sencillo: un hueso de aceituna, por ejemplo, o la chapa de una botella, o un diente de leche caído. Extrañad ese objeto, miradlo bien para preguntarle por su historia. ¿De quién es? ¿Qué hace ahí? ¿En qué momento fue importante y para quién?

El diario de las cajas de fósforos, más que una reseña al uso, merecería una reflexión en el margen, que no revelara nada del contenido, pero sí del espíritu que emana de sus páginas. La editorial Juventud no dejó escapar ni un minuto desde la publicación del original en lengua inglesa de este libro (The Matchbox Diary), hay libros que no hay que dejar pasar. El texto es excelente y las ilustraciones incomparables.

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El argumento nos cuenta el encuentro entre una niña y su bisabuelo, y cómo éste va tejiendo la historia de su vida a través de unos recuerdos almacenados en cajitas de cerillas que la niña va abriendo. Se parece a los contadores de historias africanos que colgaban objetos de su collar: cada uno de ellos les traía a la memoria uno de los relatos que habían aprendido. El motivo de las cajas de cerillas está basado en la colección real de un artista al que conoció Fleischman, según él mismo nos dice en su web. Esta es la historia de la búsqueda del sueño americano, de la existencia triste pero esperanzada de un inmigrante italiano y su familia en Estados Unidos, desde la exclusión a la adaptación. El adulto lo leerá como un drama, el niño como una aventura emocionante y con final feliz.

Como otros tantos libros que hemos reseñado en Literatil, El diario de las cajas de fósforos privilegia el personaje del abuelo-bisabuelo, una figura entrañable a la que la literatura infantil contemporánea parece estar volviendo a prestar atención. Personalmente, me suscita un interés especial, y me invita a sugerirles un pequeño consejo pedagógico a partir del libro: recoger y prestar atención a las historias orales de ancianos locales, promover el diálogo intergeneracional, recuperar su memoria. Como en este proyecto que me dio a conocer una alumna, de la asociación Hezi Zerb.

Los niños y los adultos entendemos, leyendo este libro, hasta qué punto la vida son objetos, cómo (parafraseando a Fleischman) las cosas son los diarios de las personas. Sin duda, esto se vuelve más patente cuando alguien fallece y comprobamos, recorriendo las estancias, que el rastro que ha dejado es una colección de objetos donde aún vive su recuerdo, su tacto y su olor.

No dejen de leer este diálogo entre bisabuelo y bisnieta. No dejen de mirar a los objetos.

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