Imagina

Aaron Becker: Imagina. Alcalá de Guadaira (Sevilla): Kokoro, 2014. 42 pp.

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Imagina es un entretenidísimo viaje por la imaginación. Sigue la tradición de los álbumes ilustrados mudos (sin palabras), como El globito rojo o Las estaciones de Iela Mari, La ola y Sombras de Suzy Lee, o incluso Emigrantes de Shaun Tan.

Las ilustraciones nos narran el viaje (Journey es el título en inglés) de una niña por unos escenarios extraordinarios, ayudada por una tiza de color rojo, con la que puede crear todos los objetos que desee al dibujarlos. El mérito de Aaron Becker está en la conjunción de diferentes motivos no originales, pero sí muy bien dispuestos y articulados. La tiza (o lápiz) que crea objetos la tenemos, por ejemplo, en El lápiz de Paula Bossio, o en El libro del Osito de Anthony Browne. El elemento de color rojo que destaca sobre un mundo gris nos recordará a todos a la niña de La lista de Schindler o a varios anuncios publicitarios recientes. El motivo de la alfombra voladora con la que escapa la protagonista hacia el final de la historia es una intertextualidad clara con Las mil y una noches. La puerta que comunica el mundo real con otro mundo imaginario nació como idea seguramente en Alicia en el País de las Maravillas, y ha sido utilizada con posterioridad en muchas ocasiones (y la saga de Clive S. Lewis de Narnia es un buen ejemplo). También el motivo de la niña (o niño) a la que los mayores no hacen caso es un tema bien conocido en la literatura infantil (¡Julieta, estate quieta! de Rosemary Wells, Ahora no, Bernardo, de McKee, etc.).

La estética usada por Becker para los escenarios es espectacular, y cualquier lector quedará enseguida prendado de ella. Recuerda bastante a la estética de las películas de los estudios Ghibli, como El castillo en el cielo: ciudades de la Europa imperial (esos bigotazos y uniformes de los soldados de la ciudad de canales, las torres renacentistas), construcciones atiborradas en la altura, artefactos voladores con tecnología de la primera industrialización, los detalles de ambiente oriental (farolillos, vestimentas de samurai). Lo cual no hace sino engrandecer el interés que tiene Imagina.

Qué agradable leer libros sin un mensaje moralístico explícito. Sin duda en esta depuración de la literatura infantil ayuda la existencia de libros sin palabras. Libros que sí nos hablan, como este, de la libertad, con un deseo expreso (en imágenes) de salir de las jaulas (la del pájaro, la de la niña en su habitación-caja), con la belleza final del encuentro entre creadores. Esperemos que Kokoroko edite el siguiente libro de Becker (Quest, en su título original) muy pronto.