Los niños cantores

Los niños cantores

Elena Alonso Frayle, Adolfo Serra (ilustrador). Los niños cantores. Edelvives. 2015

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Ganadora del Premio Ala Delta 2015 de Literatura infantil la autora nos trae una historia que incluye dos historias paralelas situadas en diferentes épocas. El contraste que hace de ambas nos acercan a cada momento bajo una perspectiva diferente pero hilando ambas de la mejor manera posible.

Aunque ha sido considerada como premio infantil, es una novela quizá más de carácter juvenil. Encontramos dos historias, la de Nacho en un plano actual y la de Gustav ambientado en la IIGM. Ambas están conectados por un lazo común: la música.

La música lo inspira todo y sin ella no hay nada. Gracias a ella, Nacho descubre lo interesante que es su tía Ele, uno de los personajes más entrañables que encontramos por sus  características tan cercanas a la realidad de cualquiera. De nuevo la música hace que Gustav se convierta en niño cantor de Viena y que sea lo único que permanece a pesar de la dureza de su infancia, separado de su familia, en especial de su madre. La familia juega un papel muy importante en toda la obra. Refleja los sueños de los protagonistas, algo que les hace sentirse completos y realizados.

La ilustración de la portada, nos muestra un pájaro, Amadeus, un precioso y cantarín petirrojo que le regalan a Nacho por su cumpleaños y que simboliza la libertad que les proporciona la música. La comparación que realiza la autora entre el pájaro enjaulado y el niño cantor, Gustav, atrapado en un país que no es el suyo, separado de su familia, se mantiene constante durante toda la obra. Es hacia el final cuando la mínima expresión de libertad del petirrojo desemboca en un final feliz para Nacho, que lo arriesga todo en un momento crucial. Es cuando la historia de Gustav va llegando a su fin, tras décadas de soledad, donde sólo la música supo guiarle y ayudarle a seguir.

Los colores que utilizan son sólo manchas llamativas y acuosas que se fusionan con los dibujos en negro. Son como pequeños latidos de color que van configurando la historia y complementándola aisladamente y donde el protagonista es el pájaro y la expresión de libertad y movimiento.

Amadeus canta cuando se encuentra a gusto y los niños cantores de Viena lo hacen como los ángeles. Nacho aprende a guiar a Amadeus en la famosa sintonía «Si yo fuera pájaro». La misma con la que Gustav se estrena y es elegido cantor de Viena. Una alegoría por la libertad que expresa la música.

Bonita y encantadora manera de ver la realidad de una guerra desde una perspectiva poco común, desde un país atípico (véase Australia o incluso Austria) y la mejor manera de aprender de todo ello. Una transmisión oral enriquecedora que parte de la tía Ele aunque se inicia antes incluso de saberlo. Una experiencia que nos marcará.

Simple y genial.