El rey que no quería ser rey

El rey que no quería ser rey

Miguel Ángel Pérez Arteaga: El rey que no quería ser rey. Santander: Milrazones, 2015.

 

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Nos cuenta el propio autor en la página de Milrazones que lo que comenzó siendo «la historia de un arzobispo de Constantinopla que quería desarzobispoconstantinopolizarse con la ayuda de unos magos, de repente se convirtió en la de un rey que no quería ser rey». El resultado es un libro muy original, un relato reducido a la mínima expresión con resonancias a los cuentos mínimos populares,  un aparente juego infantil pero con mucho trasfondo en el que destacaríamos muy especialmente  las ilustraciones, unas imágenes que recuerdan a los teatrillos de marionetas y que tienen un cuanto menos curioso trabajo detrás.

La historia es muy sencilla, o no tanto, porque su lectura puede dar pie a diferentes interpretaciones. El rey que no quería ser rey puede ser un simple juego infantil que entronca con la tradición popular, algo que hará disfrutar muchísimo a los lectores pequeños, pero también veremos en él mensajes más profundos como el cuestionamiento de un sistema, el peso de la tradición y de ciertas normas, o  temas como la envidia y la avaricia, por lo que también lectores más mayores tendrán un momento de lectura gratificante. En cualquier caso, no falta humor ni un marcado carácter lúdico.

Dice la historia que, en este lugar, el rey es rey porque lleva capa y corona, unos elementos que no se los puede quitar, de ahí que ese cargo sea para siempre y todos deban rendirle pleitesía. Cuando el rey muere, son la capa y la corona quienes eligen al nuevo rey. Pero, ¿qué pasa si aquel que es elegido no quiere ser rey? ¿Cómo quitarse de encima la capa y la corona? ¿Quién se los quitará?

El texto es muy breve y rezuma oralidad en cada página, pero parte importante del desarrollo del relato es contado sólo con imágenes. Son éstas el elemento más sorprendente del libro y las que merecen una mención muy especial. Los personajes que aparecen son dibujos que Miguel Ángel Pérez Arteaga pinta en cajitas que posteriormente fotografía, modifica digitalmente e incorpora al cuento. La capa y la corona son unos personajes más hechos a modo de sencillas marioneta de palo con los que niños y maestros estamos tan familiarizados. De este modo, sus páginas tienen un color especial y una originalidad que entusiasma.

Miguel Ángel Pérez Arteaga es un autor de larga trayectoria, uno de los mejores ilustradores de nuestro país que nos sorprende por un rico y variado registro, dotando siempre a sus libros de una insólita creatividad. Sólo tenemos que echar un vistazo a Lagarto Bosu y las plantas que no mueren nunca y a El Rey que no quería ser rey para darnos cuenta de ello.

Desde hace ya tiempo el álbum ilustrado ha dejado de ser sólo «cosa de niños». Sin duda, éste es un buen ejemplo.