Un dragón llamado Zipo

Elena Queralt: Un dragón llamado Zipo. Madrid: Narval, 2016. 34 pp.

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Este es el relato de la vida cotidiana de Zipo, un dragón bastante peculiar. Un dragón mullidito, sonriente, con alas pequeñas y piel moteada. Nos habla de sus gustos extraños, que son, por ejemplo, rebozarse en caca o acariciarse con las hojas de los árboles. Y de sus deseos: volar, montar en coche…

Zipo consigue hacer dos amigas, y eso que no es fácil trabar amistad con un dragón como este. Son una gata y una niña. Como los amigos nos transforman un poco a todos, gracias a ellas, a Zipo acaba gustándole bañarse y también ve cumplido uno de sus sueños: viajar en coche. Bueno, en realidad no es un coche, sino el tractor del padre de la niña, pero a Zipo le hace tan feliz… Y como aún le quedan sueños para seguir soñándolos, la historia de Zipo queda abierta hacia el futuro.

Aunque la historia es solo un divertimento, sin un recorrido argumental y sin una direccionalidad, el libro sí es un homenaje a las ilusiones de la niñez.

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Las ilustraciones de este álbum nos han fascinado y a los niños les dejan boquiabiertos, porque poseen características que ellos reconocen como propias, pero al mismo tiempo advierten la calidad estética que las impregna. La originalidad de su primitivismo, por ejemplo: manchas de colores vivísimos extendidas de forma irregular. O sus imitaciones de rasgos del dibujo infantil: las transparencias de los objetos, la disposición de los elementos en un solo plano, la dirección de la mirada pintada como una línea. Y su simbolismo, claro: la literalidad de la casa de la gata en el árbol, los colores cambiantes de Zipo.

Es un libro que a nosotros nos ha hablado de la pureza infantil. Atrevido, lírico; una delicia contemplarlo.