Los volcanos ¡a todo gas!

Los volcanos ¡a todo gas!

Franziska Gehm (Autora), Franziska Harvey (Ilustardora). Los volcanos ¡a todo gas! Barcelona: Ediciones Urano, 2017, 77 pp.

 

 

Desde el fin del mundo nos visitan los volcanos. Allá viven, guarecidas tras un absurdo ritual de pasos, volteretas, guiños y demás, estas dos peculiares familias. Familias enfrentadas, cuyos hijos, Crato y Flambia, son, ante todo, amigos, compañeros de fatigas y de aventuras.

Uranito nos presenta esta obra con intención de suponer paso intermedio hacia la novela tradicional. Así, los tiernos personajes se nos muestran ya no en el gran formato del álbum ilustrado sino en éste más reducido de novela ilustrada. Novela que facilitará el salto a la lectura en solitario, a ese sentirse mayores que a menudo anhelan los niños. Y es que a cierta edad los pequeños lectores gustan de sentirse avanzar, dejar atrás esos grandes libros disfrutados hasta hace nada.

Los protagonistas están diseñados para resultar atractivos, para que el joven lector se identifique fácilmente con ellos. A pesar de sus locuras, suponen el punto de cordura en el enfrentamiento entre las familias, enfrentamiento que califican de bobada.

La narración avanza al ritmo que van exigiendo las circunstancias. En primer lugar, solucionar la comunicación entre los amigos tras el derrumbe del puente que posibilitaba su encuentro diario. Posteriormente, tratar de ponerle remedio, solucionar ese problema de comunicación, basándose en las enseñanzas y consejos de los mayores, del fabuloso abuelo petardero. Para finalmente, acechados por un peligro inminente, crear algo nuevo, un novedoso medio de transporte, que por novedoso y divertido pasará de ser medio a fin en sí mismo. Un medio a propulsión, ¿se imaginan el propulsor?

Texto e ilustración se integran de forma acertada a lo largo de toda obra. Una ilustración amable y colorida, sitúa y muestra la acción. Acompaña la lectura y facilita la comprensión.

Todas estas características hacen realmente de Los vocanos una novela apropiada para que los jóvenes lectores den el salto hacia este formato y la lectura en solitario. Pero la característica más relevante de la obra la hace también apropiada para esos otros oyentes más pequeños. Sí, el estilo escatológico, busca y encuentra fácilmente la risa de los niños. La narración muestra culos apuntando al cielo para soltar esa carga de metano, pedos olorosos que harán las delicias de los más pequeños. Hasta el punto de que, entre risas, llegaran a pedirnos que les leamos una vez más esos títulos de capítulo tan divertidos, o esos otros pasajes tan… ¿ruidosos? ¡Pruuuuumm!