El cristal con que se mira
Alicia Molina (autora) y Mercè López (ilustradora): El cristal con que se mira. México: Fondo de Cultura Económica, 2011.
En su cuarta reimpresión, y disponible en el estado español desde el pasado 21 de septiembre, FCE nos ofrece la posibilidad de leer esta fabulosa novela, destinada a grandes lectores.
El cristal con que se mira narra una historia en la que encontramos tres grandes protagonistas: Emilia, Diego y Andrea, estudiantes del primer grado de secundaria.
Emilia es una chica con discapacidad auditiva que puede hablar. Convive en el seno de una familia muy cálida y muy unida, aunque algo sobreprotectora. Encerrada en sí misma, aprovecha esa falta de audición para desarrollar otras capacidades que, con la, en un principio, mala noticia de que debía usar lentes por su miopía, descubre que su mundo se amplía y es capaz de descifrar mensajes que otros nunca podrían, y “escuchar” más allá de lo imaginable, adentrándose así en el mundo de los adultos. Esta nueva capacidad de Emilia hace que pueda enterarse de conversaciones íntimas, algo que le acarreará un gran peso emocional. Se entera de los problemas que tienen sus amigos, y familia, se preocupa por ellos y quiere intervenir, pero no encuentra el modo de hacerlo sin que se enteren de que puede leer el movimiento de los labios a larga distancia, gracias a sus nuevas lentes.
Andrea es amiga de Emilia, en su casa hay problemas de comunicación entre los miembros de su familia, pero esos problemas no siempre habían estado allí. La falta de entendimiento por su parte se hace patente en su conducta rebelde. Al encontrar el porqué de esa ruptura, las cosas mejoran.
Diego era un chico honesto, cabal y cumplido que tenía una excelente relación con su mamá. Su peculiaridad era que no sabía quién era su padre, algo que le provocaba cierta tristeza y ansias por saber de su progenitor. Tras seguir una serie de pistas, logra, por fin, localizar a su padre. Pero no todo sucede como él lo había imaginado, el encuentro se convierte en un conflicto.
Los tres eran muy buenos amigos y sus problemas realmente les hacían especiales, pues tenían el don de elaborar estrategias que conseguían resolver las disyuntivas de quienes tenían a su lado. Sus particulares peculiaridades es lo que hace que se unan en una profunda amistad.
Nuestros protagonistas descubren el modo de conseguir comunicarse con sus seres queridos, a través de la gran ayuda de Germán, profesor jubilado y propietario de un quiosco cerca del colegio, aceptando y asimilando sus diferencias. No por ser diferente a los demás tienes que sentirte excluido de la sociedad.
Alicia Molina nos muestra con esta novela la importancia de la inclusión. A través de la literatura logra despertar la conciencia del lector, al verse, muchas veces, reflejado en esas historias, y consigue que aceptemos nuestras diferencias como algo positivo, no como una limitación. Por otra parte nos hace entender que todos los problemas tienen solución. Todo depende del “color del cristal con que se mira”. Los problemas pueden dejar de serlo simplemente cambiando nuestro punto de vista, aprendiendo a esperar, confiar y siendo sinceros.
Una novela que nos muestra los problemas de comunicación que tienen los adolescentes, cada uno distinto. Problemas que conforman la realidad de los chicos y chicas en esta etapa de sus vidas, en las que pueden sentirse incomprendidos y aislados. Pero en el mundo hay espacio para todos, sea cual sea su condición.