Chancho-Pancho
Maurice Sendak: Chancho-Pancho. Pontevedra: Kalandraka, 2015. 34 pp.
Hace dos años más o menos exactos, Kalandraka hacía público su propósito de constituir la colección de referencia de Maurice Sendak en España. Y lo ha logrado, pues ha venido publicando desde entonces obra tras obra, hasta llegar a la última de este autor: Chancho-Pancho (Bumble-Ardy [algo así como Tropiece-Bado], original de 2011). Este álbum narra los antecedentes y desarrollo de la fiesta de noveno cumpleaños de un cerdo huérfano que vive con su tía Asunción. No será una fiesta normal, lo que hace que este libro tampoco sea un libro «normal». De hecho, es improbable que se convierta en el favorito de sus niños. Pero en cualquier caso posee mucho interés.
Chancho-Pancho recordará al archicitado Donde viven los monstruos en el trayecto de ida y vuelta a un espacio y un tiempo fuera de las normas convencionales. La fiesta de cumpleaños de Chancho se llena de invitados que vienen solo a pasarlo bien (el principio de placer al que tiende la ética infantil; Sendak trasluce, de nuevo, principios psicoanalíticos): son un montón de cerdos disfrazados con atuendos carnavalescos, que no hacen mucho caso a Chancho, porque Chancho es, como el propio Sendak afirmó, un marginado. Los disfraces de los cerdos invitados antropomorfizan y al mismo tiempo resultan inquietantes, por su parecido con los cabezudos carnavalescos; compárense algunas imágenes con la ilustración de pp. 16-17:
A lo que nos ha recordado también, aunque Sendak negara toda inspiración pictórica, es a algún cuadro de James Ensor (gracias, Álvaro):
El libro no es fascinante por su argumento, pero sí por las ilustraciones, propicias para enriquecer el imaginario infantil. Aunque ojo, Sendak no es complaciente con la infancia. De hecho, su planteamiento es crítico con la sobreprotección de los niños. Tal vez por eso las ilustraciones les resultan perturbadoras a los niños, incluso impenetrables. Sendak quiso algo así como enfrentarles a aquello que no comprenden del mundo; ofrecerles un espejo que les diga: no estás seguro y lo sabes. Remueve cosas muy profundas.
La parte principal del libro es la propia fiesta de cumpleaños: un caos carnavalesco, extraño, desenfrenado, bestial y con toques absurdos, que enfatiza la necesidad de vías de escape que precisa el ser humano. Luego todo regresa a la (casi) normalidad, y la tía de Chancho, tras una monumental bronca, le perdonará haber montado ese increíble desaguisado en su propia casa. Es, decíamos, una ida y una vuelta.
El texto está rimado, y aparecen dentro de la ilustración diferentes mensajes; algunos muy divertidos, por cierto, como esas increpaciones en las invitaciones a la fiesta de cumpleaños: «No vengas como eres», «Disfrázate, pero lávate antes». El traductor, Miguel Azaola, tenía una difícil tarea por delante, y la resolvió con ingenio y agudeza. Hay una posible errata en p. 26, donde parece poner «Concepción», que tal vez una versión previa del nombre de la tía Asunción.
Sendak partió para este álbum de una versión animada que había realizado junto con Jim Henson muchos años antes para Barrio Sésamo. Esta proto-versión es bastante distinta, menos «salvaje» e inquietante, más clara en cuanto a la interpretación del contenido:
Sendak, que atravesaba el dolor de la pérdida de su pareja mientras inventaba el álbum y se acercaba ya al final de su vida, convirtió la historia precedente en un torrente desatado, mucho más desconcertante, más libre, más suyo.