Oyendo cuentos en el Espacio Kalandraka

Hace mucho tiempo que queríamos vistar el Espacio Kalandraka en Madrid. Habíamos oído mucho (y bueno) de él, y, como estábamos suscritos a sus novedades y avisos de eventos, se nos ponían los dientes largos todos los fines de semana. Por fin pudimos dar un salto el sábado por la mañana a la calle Santa María 16, cerca de Antón Martín, en el corazón de las letras de Madrid.

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El lugar está formado por una doble estancia. La primera es una librería de la editorial Kalandraka, donde se pueden encontrar todos los libros de Kalandraka: el catálogo completo bajo el lema «Libros para soñar», los libros premiados en su Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado y en su Premio Ciudad de Orihuela de Poesía Infantil, o los publicados por el sello Faktoría K. Atravesándola, se llega a la segunda estancia: una generosa sala diáfana en la que la editorial pontevedresa programa actividades culturales para niños (y algunas para adultos) en torno a la lectura: encuentros con autores, cuentacuentos, recitales, presentaciones de libros, conciertos literarios y exposiciones de ilustradores. No es la única librería que organiza este tipo de eventos: conocemos y disfrutamos los de Liberespacio, los de Kirikú y la bruja o los de La mar de letras, con lo que nos da que pensar si es que cada vez se demandan más estas actividades, o es que las bibliotecas públicas han dejado de ofrecer una agenda interesante. Hablaremos de ello en otro momento.

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Fuimos al Espacio Kalandraka a escuchar a tres narradores orales de la asociación MANO: la mítica Mercedes Carrión, Andrea Ortúzar y Rafael Ordóñez, que compartieron con nosotros su alegría por la celebración próxima del Día de la Narración Oral (20 de marzo). Fue una mañana magnífica. Los niños pendían de los hilos de las palabras, incluso los más pequeños (y los había menores de dos años).

Hay que decir que el trato de la responsable del espacio, Belén Sáez, y de su compañera María, fue excelente. En todo se veía su pasión por los libros y una comprensión sincera de los intereses de los pequeños visitantes: presentando el evento, mostrándoles ejemplares sin temor por que los tocasen y hojeasen con sus manitas, e incluso tratando de «reenganchar» a algún espectador que yo me sé (de 8 años) que venía enfurruñado de la calle pero acabó entrando al trapo.

Si están en Madrid y tienen la oportunidad, visítenlo y asistan a alguna de sus cuidadas actividades. Se lo recomendamos nosotros.