Yo no soy tu mamá
Marianne Dubuc. Yo no soy tu mamá. Barcelona: Editorial Juventud, 2017, 72 pp.
Mina es una ardilla. Pero no una ardilla cualquiera. Vive en el árbol más grande de un antiguo bosque y, además, contrariamente a lo que suele ser habitual, no es nada curiosa. Es muy prudente, sÃ, pero nada curiosa. Es extraño, ¿verdad?, que a una ardilla no le pique el gusanillo de la curiosidad. Pues, aun más extraordinario es lo que una mañana encuentra delante de su puerta: una extraña bola verde con pinchos. Una bola de la que asomará una criatura pequeña, redonda y peluda, con una extraña nariz. Una criatura desconcertante, de crecimiento descomunal. Con cada sueño nocturno multiplica por tres su tamaño.
El libro, gusta. ¡Y mucho! Acaso, porque uno se identifica fácilmente con él. Por los personajes que protagonizan la trama. Extraños animales, una ardilla poco curiosa y un bicho peludo de monstruoso crecimiento. Bichos raros. Como todos. Como tú. Como yo. Animales únicos e irrepetibles. Especiales.
Por otra parte, el constante cambio de ritmo en la narrativa visual transmite la sensación de estar siempre ante algo nuevo. El formato en que se presentan las ilustraciones varÃa continuamente, sin un patrón claro al que acostumbrarnos. Encontramos ilustraciones sin margen cubriendo una o dos páginas. O una, dos incluso tres ilustraciones contenidas en una página, a modo de viñetas. Hasta páginas en blanco que únicamente presentan un breve texto. Los distintos tipos se suceden, unos tras otros, sin mostrar una sucesión lógica. La combinación de todo ello, hace que a pesar de la extensión de la obra, ¡72 páginas!, uno se encuentre siempre ante algo novedoso.
La obra muestra, por encima de cualquier contrato, firma o tratado, más allá de los lazos de sangre o vÃnculos de amistad, el deber de socorrer al necesitado. Dar cobijo. Auxilio. A quién lo necesite. Como al que pregunta: ¿Dónde viviré? Un deber impulsado por el humanismo. Por el amor. A la vida, a los demás. A uno mismo. Amor que siempre reporta. A pesar de la preocupación por el ser querido. A pesar del sacrificio y dedicación exigidos.
Marianne Dubuc nos habla del amor. Del amor que nace. Del amor que se hace. Nos habla de los pasajes que encierra; entre la ideación y el corazón, desde lo visceral hasta la razón. Nos habla de sus tiempos. Del tiempo de gozo. Del tiempo de poso. Del tiempo de duda y del de reflexión. Nos habla de ese amor que tiene mil formas e infinitas caras. Y nos muestra que, a través del mismo, asumiendo responsabilidades, cumpliendo obligaciones, todo se puede ganar. También, la maternidad.