La esposa del Conejo Blanco
Gilles Bachelet (autor e ilustrador). La esposa del Conejo Blanco. Adriana Hidalgo Editora (PÃpala), 2017, 32 pp.
Hay personajes de la literatura infantil y juvenil que todos tenemos en mente. ¿Quién no conoce al Principito o a Matilda, por ejemplo? Lewis Carroll es quizás uno de los que más ha contribuido a ese imaginario común con sus personajes: la joven Alicia, la iracunda Reina de corazones, el divertido Sombrero o el escurridizo Gato de Cheshire… Un largo etcétera de nombres ha traspasado las páginas de la obra de Carroll y ha quedado grabado en la memoria de niños y adultos.
Gilles Bachelet juega con ese imaginario colectivo y lo estira ágilmente para dar lugar a una historia llena de humor e ironÃa. Presenta en su obra a la esposa del Conejo Blanco, que nos cuenta sus preocupaciones y sus sinsabores cotidianos a través de un diario Ãntimo. La portada sirve de anticipo claro y contundente: la cara de la protagonista refleja de todo menos felicidad.
La foto de familia que inaugura el relato en sus primeras páginas no tiene desperdicio. Madre sonriente, padre mirando preocupado su reloj y un amplio y nutrido grupo de hijos (¡madre mÃa, seis!), cada cual con su personalidad única. Evidentemente no les falta la mascota: un gato semitransparente clavando sus uñas en la alfombra. Con estos ingredientes, ¿qué podrÃa ir mal?
El autor juega inteligentemente con el ritmo de la narración, combinando ilustraciones a doble página y hojas que presentan varias escenas pequeñas consecutivas y que aceleran la acción. El humor y la ironÃa guÃan la historia de principio a fin y la relación entre texto e ilustraciones está impregnada de estos elementos. Es interesante ver cómo el autor ha logrado ese contrapunto entre palabras e imágenes que caracteriza al álbum ilustrado y que tanto enriquece la lectura.
Las guardas no están ilustradas, aunque su naranja intenso recuerda a la ropa del Conejo Blanco. La página del tÃtulo, sin embargo, nos introduce con gracia en la historia con la ilustración de una plancha haciendo estragos en un chaleco; imagen que tiene su continuación en las primeras páginas del libro.
No conocemos el nombre de la esposa del Conejo Blanco, pero es fácil empatizar con su situación: se ve desbordada por los quehaceres diarios, preocupada por sus retoños y molesta por la falta de interés y colaboración de su pareja.
El libro concluye con una nota del autor interesante, que le da un giro a la historia y nos muestra al Conejo Blanco corriendo de un lado a otro para tratar de sorprender a su esposa por su cumpleaños. Espero de corazón que el conejo haya entendido plenamente la situación y no cambie su comportamiento solo para las dos páginas finales; si no, quizás habrÃa que poner en contacto a su cansada esposa con la tortuga Clementina para que le diera unos pequeños consejos.