Sara y Pelanas. Un poni melenudo
Jan Birck: Sara y Pelanas. Un poni melenudo. Madrid: Los Cuatro Azules, 2018, 72 pp.
No es sencillo llegar nuevo a un lugar y los primeros días siempre son especialmente complicados. Aún más si la acogida no es todo lo efusiva que cabría esperar y los recién llegados se sienten solos y fuera de lugar. Algo así es lo que le sucede a Sara cuando llega a su nueva casa; no sabemos si ha tenido que mudarse de país, de ciudad o solo de un barrio a otro, pero sin duda su primer encuentro con los niños de la zona no es precisamente una fiesta.
La pequeña protagonista no se resigna a sentarse en soledad y en su libro favorito encuentra la solución a sus problemas: necesita una montura, como los indios. Ella querría un caballo, pero su madre le explica que no cabría en el ascensor (problemas de la vida urbanita); por lo que decide ir en busca de un poni. Tras una visita a una tienda de lo más curiosa, encuentra por fin lo que anda buscando, aunque tiene más pinta de perro lanudo que de poni: Sara y Pelanas acaban de cruzar sus caminos. El animal y la pequeña hacen muy buenas migas y logran ganarse la simpatía de los demás niños.
Nos quedamos con un detalle que nos ha gustado especialmente, por recordarnos a una infancia muy divertida que ha quedado algo relegada hoy en día. Cuando Sara baja a la calle, se encuentra niños jugando con el monopatín, en la calle, justo en frente de su portal. En esas páginas, la calle es de los niños; no es de los coches ni de los comercios, es de los niños, de la gente que vive en ese barrio. Echamos de menos esas tardes de “¿Bajas a jugar?”, al más puro estilo Manolito Gafotas y con familias asomándose a la ventana para dar las campanadas de la cena.