TOPOLÍN construye una casa
Janosch: TOPOLÍN construye una casa. Trad. de Juan Ramón Azaola. Madrid: Los Cuatro Azules, 2018, 64 pp.
La editorial Cuatro Azules rescata otro título de la obra de Janosch de 1970 tras la publicación de Buenas noches, TOPOLÍN. El simpático y tranquilo Topolín sigue siendo el protagonista de estas páginas y, acompañado de su compañera Caballita, vive peripecias nuevas. En el primer episodio deciden construir una casa para vivir en ella, pero el plan inicial de algo sencillo asentado sobre cuatro pilares pronto se ve desbordado ante las ansias de los personajes de tener más y más. Van ampliando su morada con todo tipo de estancias, unas más necesarias que otras: una casa para Caballita, una habitación para la música, una jaula para Canario, un cenador en el ático para el tiempo libre… Cada una tiene su color y ambos amigos se esfuerzan en completar su obra faraónica, pero pronto queda claro que sus cálculos estructurales no son muy meticulosos y… En fin, pueden hacerse una idea de dónde acaba todo.
En el segundo episodio que incluye el libro, Topolín y Caballita deciden irse de viaje a Perpiñán; les pilla un poco lejos pero la yegua se siente con fuerzas y se ofrece a cargar con su amigo y con el equipaje. Pretenden incluso alargar la excursión y pasearse nada más y nada menos que por Luxemburgo, Noruega y hasta por Australia. Siguiendo el tono cómico de la obra de Janosch, pronto comienzan a surgir grietas en el plan de los dos animales y acaban volviendo a casa sin haber logrado su objetivo.
En este volumen, el texto incluye continuas invitaciones al lector para participar: al estilo del juego del ahorcado, debe completar algunas palabras con las pistas del contexto y las imágenes, y a veces incluso continuar brevemente la historia. Esta opción rompe un poco el ritmo narrativo y, en ocasiones, se utiliza en varias páginas consecutivas; esto hace que el lector quizás se centre más en descifrar las palabras que faltan que en disfrutar de las historias de Topolín y Caballita. Las ilustraciones mantienen la estética que ya habíamos visto en Buenas noches, TOPOLÍN: tinta y acuarela acompañan con delicia las aventuras de los dos amigos y recrean con acierto el ambiente bucólico lleno de humor.