Un gran perro
Davide Cali (Autor), Miguel Tanco (Ilustrador). Un gran perro. Almería: Editorial Libre Albedrío, 2018, 32 pp.
Resulta tan conmovedora la imagen de la portada. Padre e hijo sentados plácidamente frente al mundo. El mayor mira a su retoño con satisfacción, orgulloso, con una mirada que lo sostendrá en los momentos difíciles, que lo arropará en los instantes dubitativos. El hijo: vista al frente, al horizonte. Tejados y edificios, el mundo que está por venir. La pareja, sentada en la alta colina sobre la ciudad, se transforma en símbolo de la familia. La unión ante el futuro horizonte. Sensación familiar que se intensifica al contemplar la imagen enmarcada y colgada en la pared, para su posterior disfrute, bien por los mismos protagonistas o bien por futuras generaciones.
De esta guisa, con la tranquilidad del alma que nos transmite la imagen, con la intuición de encontrarnos ante un retrato familiar, nos entregamos confiadamente a las páginas de la obra. Y todo va bien, todo discurre como lo habíamos imaginado, hasta llegar al primer desplegable, donde nos asalta la risa floja. Una risa que irá escalando, ganando en intensidad con cada nuevo desplegable, hasta la inevitable carcajada-clímax final.
Las palabras van generando una imagen cálida y familiar, mientras los rotuladores de color visten los escenarios con tonos costumbristas y amables con la tradición. Así, tras la cubierta y las guardas, nos recibe una larga pared llena de retratos que ponen en valor el recorrido, la historia, la carrera hasta el hoy y el ahora. Hasta llegar a ser quienes somos. Una larga pared con multitud de retratos, a partir de cuyas hazañas nuestro coprotagonista entreteje una divertida trama.
Davide Cali y Miguel Tanco, se compinchan en esta desternillante narración. Cada desplegable, contenido en los retratos, supone un guiño al lector. Se genera una divertida complicidad, pues las escenas escondidas tras los personajes, nos revelan, a través de graciosas situaciones, realidades que el narrador parece desconocer. ¡Aja! Pero, también aquí nos sorprenderá la obra, pues hasta el final seguirá sin ser todo aquello que se hacía suponer.
Tras las carcajadas, esta inteligente obra da qué pensar. Por ello, una vez relajados los diafragmas, interpelo a las jóvenes lectoras con las que he tenido el placer de compartir tan divertida lectura: qué nos enseña el cuento. Respuestas más que interesantes.
Sarah, la más joven de ellas, nos dice que todo es mentira, es decir, que del dicho al hecho hay mucho trecho. Y la obra representa el refrán. Ejemplifica gráficamente eso que hoy se denomina la batalla por el relato.
Noah, algo mayor, encuentra, tras las cómicas historias, un mensaje claro de que la familia es lo más importante. Así, nos dice:” no importa que seas pintor de brocha gorda o un verdadero artista, para la familia siempre serás lo max.”
Un gran perro, ¿un álbum ilustrado para niños o medicina para adultos? Ambas. Acaso por ello, en la contraportada, seguro de que sus páginas alegrarán a muchos el día, debería advertir con letra clara, grande y chillona:
“Léase en voz alta y acompañado por un par de esos genios bajitos”.
*Advertencia: efecto inmediato