El secreto
Éric Battut: El secreto. Madrid: Kókinos, 2014, 32 pp.
Éric Battut nos ofrece una historia llena de humor y dulce ingenuidad. Un ratoncillo se encuentra una manzana y la esconde porque quiere que sea su secreto y promete que no lo dirá jamás. Van apareciendo toda una serie de personajes, uno a uno, al más puro estilo de los vecinos chismosos que se acercan a preguntar cuando ven movimiento. Pero ninguno logra arrancarle ni un trocito de la verdad que esconde. Sin embargo, probablemente todos intuyan de qué se trata.
Y es que, mientras el ratoncillo se mantiene firme en su deseo que proteger el misterio que esconde, la naturaleza no tiene la misma intención ocultista y va haciendo de las suyas. Así, página tras página, la manzana escondida en el suelo se va transformando en un incipiente brote, una plantita, un árbol chico para, finalmente, convertirse en un florecido manzano. El “secreto” no tarda en dar vida a un montón de rosados frutos del paraíso, que caen al suelo dejando pasmado a nuestro ratoncillo.
La relación entre texto e imagen construye la historia, aporta la contradicción de los puntos de vista. Las palabras nos muestran la visión del protagonista, su seguridad naif de que su secreto está a salvo; mientras tanto, las imágenes amplían el foco y nos sitúan en la figura de un observador externo que ve cómo el misterio crece y florece a la vista del resto de personajes. Además, la tipografía utilizada parece querer participar en esta ironía y juega con los colores en un guiño hacia el lector: cada vez que el ratón contesta “Es mi secreto, no lo diré jamás”, la palabra secreto aparece escrita en el mismo color del cuerpo del animal que acaba de preguntar. ¿Es, quizás, una manera de admitir que el misterio no pertenece solo del ratón, sino que va siendo conocido y compartido por cada personaje que aparece para interrogarle?
Esta historia triunfa por lo que encierra en su sencillez y las ilustraciones forman parte de esa construcción libre de artificios. Páginas blancas, con el texto en la izquierda y las ilustraciones, pequeñas, en la derecha; los colores, muy vivos, reflejan una técnica oleosa que ayuda a dibujar la senda de humor que busca el autor.
Una obra deliciosa, con un baile entre palabras e imágenes que te saca una sonrisa. Bonito regalo de Éric Battut.