Mi pequeño

Mi pequeño

Germano Zullo (texto) y Albertine (ilustraciones): Mi pequeño. Buenos Aires: Editorial Limonero, 2017, 80 pp.

Estamos hoy de enhorabuena porque estrenamos colaboración con una editorial argentina que conocíamos gracias a la librería La Fabulosa, precioso proyecto de Ana Garralón, pero con la que aún no estábamos en contacto. Milagro de las redes que se extienden de un lado a otro del océano, aquí estamos.

La primera obra que vamos a reseñar es precisamente la primera en la que me fijé en las estanterías del local de la calle Santa Ana. Me llamó la atención por lo sencillo que parecía y, al mismo tiempo, por lo arriesgado de su portada. Un blanco sucio con la figura de una mujer perfilada con líneas muy sencillas y finas. Un tipo de propuesta estética que no es muy habitual entre las propuestas editoriales infantiles.

Al abrir el libro, fue una bonita sorpresa comprobar que las ilustraciones de Albertine seguían en la misma línea: dobles páginas con el fondo blanco, dejando el verso totalmente vacío y presentando en el recto una imagen dibujada a lápiz (o rotulador muy fino, habría que preguntarle a ella), muy sencilla. La tipografía de las palabras de Germano Zullo entraba en ese mismo juego intimista y cercano, siendo casi susurros, con un tamaño pequeño, letras muy finas y poca cantidad de palabras.

¿Y sabes qué?

Tengo tantas cosas para decirte.

Tantas, tantísimas cosas.

Quiero contarte todo.

Todo.

Mi pequeño muestra la historia de una madre y su hijo. Comienza con una doble página que nos muestra a una mujer que nos mira directamente, con una expresión que resulta difícil de interpretar, con cierto toque neutro que no desvela todavía el tono de la obra. Y finaliza con una réplica en la que quien nos mira es un hombre adulto, solo también sobre el blanco inmaculado y con la misma expresión indescifrable. Entre tanto, dos medias vidas que se entrelazan, se encuentran, se conocen, se ven crecer. Al principio ella es quien cria, quien sostiene, quien ofrece soporte en el que trepar y balancearse. Poco a poco va siendo él quien toma ese rol de cuidado y sustento.

El texto son las palabras de la madre que habla directamente con su hijo y le habla de su historia, la que comparten. Es breve, con frases muy cortas y evocadoras que no revelan grandes detalles, pero se complementan poéticamente con las ilustraciones. Estas describen la relación entre los dos protagonistas, muestran el cariño, la ternura, la intimidad. Cuentan el pasar de los años y los profundos cambios que devienen, pero dejan al lector la tarea de interpretar (o crear) el mensaje a su manera. Una obra muy poética, bonita y dura al mismo tiempo. Un placer estrenar así la colaboración con la Editorial Limonero.