Ciudad de Hormiguelandia

Marlid Teresa Ortega Aponte (autora), Vítor Oliver (ilustrador): Ciudad de Hormiguelandia. Cartaya: Apuleyo Ediciones, 2024. 44 pp.

Al ritmo de Chac, chac, chac, chac, las hormigas comienzan un día más de trabajo, con sus tareas repartidas más o menos equilibradamente. Como todas las mañanas, al grupo Amanecer le toca destapar el agujero principal, pero, un día más, Hormiexpress les adelanta y es él solito quien abre la entrada. 

Marlid Teresa Ortega Aponte presenta junto a Apuleyo Ediciones su primer álbum ilustrado, en el que las imágenes, con una delicadeza digna de mención, han sido realizadas por Vítor Oliver. Ciudad de Hormiguelandia es un álbum ilustrado dirigido para niños de 5 a 6 años en el que conocemos una sociedad de hormigas que conviven armoniosamente, o eso parece. 

En la contraportada observamos una maravillosa ilustración de los personajes  y, tras una dedicatoria, conocemos a los protagonistas por sus nombres tan característicos como los de cualquier otra hormiga, Hormigona, Hormiguel y Sra. Hormega, entre otros. Gracias al detalle de las ilustraciones y dadas sus posturas y los accesorios que les acompañan, podemos intuir algo más sobre cada uno de ellos. 

Al abrir la primera doble página del cuento, encontramos solo texto, como en numerosas ocasiones a lo largo de la narrativa. Se contrapone a las páginas en las que se observan las ilustraciones del mundo de las hormigas, en las que a veces, apenas encontramos una sola línea. Esta diferencia notoria puede llegar a provocar cierta distancia entre el cuento y su público, al que puede que le cueste mantener la atención de la historia sin imágenes en las que apoyarse. 

Mientras todas las hormigas trabajaban en sus tareas, haciendo zapatos y ropa para las hormigas bebé o recogiendo comida de las meriendas de los obreros, Hormiexpress no podía estarse quieto, pero tampoco hacía su trabajo. Realizando otros proyectos parecía que se olvidaba de su tarea, recoger agua para los depósitos de Cueva Mayor que estaba ya casi vacío, lo que podía llegar a provocar grandes problemas para toda la ciudad de Hormiguelandia. 

Es a través de este conflicto en el que la autora invita a la reflexión sobre la cooperación, la compañía y el responsabilizarse de los errores, pero gracias a la escena en la que todas las hormigas hablan libremente dando su opinión y se unen para ayudarse, y a la naturaleza que las rodea y acude a su rescate, aprendemos la importancia de todos estos valores y cómo los han resuelto en la Ciudad de Hormiguelandia. 

Sin embargo, aunque el objetivo del cuento sea transmitir esos valores positivos, en ciertos momentos de la historia no se tratan de la manera más orgánica. Apariciones repentinas que logran resolver el problema podrían haber sido más fluidas, sobre todo, dándole el papel de resolver el conflicto a quien lo causa. Con la resolución final del conflicto, aunque sí se ven resquicios de cooperación y ayuda, el protagonista no asume el rol activo acorde con su responsabilidad de los hechos. 

Por último, cabe mencionar que la presentación de las intervenciones de los personajes podría mejorar estando más separados, lo que haría la lectura más fluida y accesible para el público objetivo. También se aprecian algunas faltas de ortografía, incluso en los nombres de los personajes, un detalle que podría haberse corregido con una revisión más cuidada. A pesar de estos aspectos mejorables, Ciudad de Hormiguelandia es un cuento con una propuesta interesante, acompañado de un mensaje valioso que invita a la reflexión y del que podemos aprender mientras tarareamos Chac, chac, chac, chac, trabajamos unidas, todas las hormigas, para que el trabajo salga rapidito, chac, chac, chac, chac.

 

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