En el Bosque

En el Bosque

Anthony Browne (autor e ilustrador): En el bosque. México: Fondo de Cultura Económica, 2004.

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Tras una noche de tormenta, llega una mañana de silencio. Un silencio que anuncia un gran cambio: ¡papá se ha ido! Tras inundar el entorno más próximo de etiquetas que piden el regreso de papá, la madre decide mandar al niño a casa de la abuelita, que se sentía mal, para que le llevara una cestita con un pastel. Para llegar a casa de la abuela existen dos caminos: el largo, muy tardado; y el corto, por el bosque. Aunque su madre le ha dicho que no vaya por el bosque, el niño decide ir por el camino corto para llegar pronto a casa, por si su padre regresaba. Es aquí donde empieza la aventura.

¿Abuelita enferma? ¿Cestita con comida? ¿Camino corto por el bosque? Una intertextualidad ineludible que nos recuerda al famoso cuento de Caperucita Roja, aunque los personajes y la situación no sean exactamente los mismos. Pero el intertexto no termina aquí. La travesía por el bosque nos muestra encuentros con personajes que nos resultan altamente familiares. Así es como nos encontramos con dos niños perdidos que nos recuerdan a Hansel y Gretel; una niña de trenzas doradas reinterpreta a Ricitos de Oro; formas extrañas en los troncos de los árboles parecerían ser los tres osos; un zapatito de cristal, una calabaza, un gato con botas, un príncipe a caballo… ¡hasta las sombras y lo que podrían ser manchas en las ilustraciones encierran formas y objetos peculiares! Finalmente el bosque proporciona al protagonista el  elemento fundamental, un abrigo rojo que, aunque le protege del frío, le recuerda una historia que le contaba su abuelita, relacionada con un lobo feroz (personaje malo por excelencia en los cuentos tradicionales). Tras estar perdido durante un buen rato por el bosque, por fin encuentra la casa de la abuelita, llama a la puerta y una extraña voz le contesta… ¿quién le espera al otro lado? ¡La abuela con su voz ronca! (¿qué os esperabais?). Un abrazo protector y lleno de amor calma al niño, que al mismo tiempo escucha un extraño ruido a sus espaldas. ¡Sorpresa, ahí estaba su papá!

Podríamos calificar este libro de libro-juego, pues múltiples son los juegos que podemos extraer mientras vamos leyendo/viendo esta historia, en la que el suspense ocupa un papel fundamental. A esto ayuda la ambientación: el bosque, ese paisaje tan característico de grandes historias, las más conocidas, donde se albergan múltiples aventuras, peligros, temores, secretos, seres fantásticos… Un suspense acentuado con el uso que hace Anthony Browne del color: lo que en un principio está lleno de colores vivos, se convierte en tonos grisáceos cuando el niño se adentra en el bosque, destacando solamente el color del protagonista y como no, el rojo de la caperuza. Una ausencia de color que marca el peligro y el miedo a lo desconocido, pero todo cambia al llegar la protección: la casa de la abuela. Es aquí donde el autor vuelve a hacer uso de colores vivos, esos colores que tanto caracterizan sus ilustraciones.

¡Un estupendo cuento que no te dejará indiferente!