La Madre

La Madre

Aurora Ruá (texto), Laia Ferraté (ilustraciones): La Madre. Colección El Arca. Alzira: Algar, 2024, 186 páginas.

Tras la Gran Devastación, la Tierra quedó inundada y obligó a los pocos supervivientes a buscar refugio bajo tierra. A través de un elaborado sistema de galerías y con el esfuerzo constante durante años, nace La Colonia, el refugio de los únicos habitantes de La Madre, como denominan a la Tierra. Y aunque conseguir agua y alimentos no es fácil, todos los miembros de la colonia cumplen con sus tareas diarias en perfecta armonía, como en un hormiguero, para que la vida continúe con la mayor naturalidad posible.

Nebu, Marduc, Isai y Durga son de los pocos (y cada vez menos) niños nacidos en La Colonia. Todo lo que saben del mundo exterior es a través de las clases con el maestro Samín y los libros conservados en la enorme biblioteca de la colonia. 

A Nebu en particular le encanta pasar todo el tiempo posible leyendo en la biblioteca, todos los temas despiertan su curiosidad y, sobre todo, los mapas: conoce al dedillo todas las galerías, principales y secundarias; cuáles conducen a meros respiraderos y cuáles llevan directamente al exterior. Porque a la colonia se traen alimentos y animales y otros productos del exterior a través de unas personas, llamadas jerbos, que viven «a caballo» entre la colonia y el exterior, para conseguir todo aquello con lo que luego comerciarán en el mercado.  

Por eso, cuando decide que quiere tener un topo como mascota, como no tiene dinero para comprarla, estudia el mejor camino para llegar al exterior y conseguir uno, y convence a sus amigos de que lo acompañen. Si sus cálculos son correctos, podrían ir y volver el mismo día sin necesidad de que sus padres se enteren, así que se lanzan a la aventura. Sin embargo, cuando están a punto de llegar a la salida, un terremoto provoca un derrumbe que tapona la boca de la galería por la que han venido, así que no les queda más remedio que salir a la superficie y enfrentarse al entorno más hostil y desconocido que hayan conocido. Lo que comienza siendo una inocente aventura, se va a acabar convirtiendo en un viaje lleno de auténticos peligros y descubrimientos donde aprenderán que sus maestros quizá no les han contado toda la verdad sobre el exterior.

Esta novela de ciencia-ficción plantea una forma de vida bajo tierra tras la imposibilidad de vivir en la superficie a consecuencia del cambio climático. Y, a pesar de que no deja de ser un planteamiento hipotético, consigue hacernos reflexionar sobre las consecuencias reales del constante maltrato de los recursos naturales por parte del ser humano. La acción tarda un poco en coger ritmo ya que las primeras páginas presentan una detallada descripción de este original mundo subterráneo y de sus habitantes (bellamente ilustrado a todo color por Laia Ferraté), pero una vez que comienza, resulta un lectura trepidante y muy entretenida.