Dos grados

Alan Gratz: Dos grados. Madrid: Loqueleo, 2023, págs. 447

Una adolescente en un bosque en llamas. Portada de Dos grados.

¿Os acordáis de esas películas tipo Armageddon? En las que todo ocurre bajo tensión, entre explosiones y a toda velocidad. Pues aquí tenéis su adaptación a novela juvenil, pero por triplicado.

Dos grados no cuenta tres historias que muestran tres de los muchos aspectos negativos que tiene el cambio climático. Tres historias protagonizadas por cuatro adolescentes que se tienen que enfrentar solos a las catástrofes naturales provocadas por el aumento de esos dos grados.

Por un lado está Akira. Una chica introvertida a la que le encanta pasear con su caballo Dodger por Sierra Nevada, la de California. Su padre es un negacionista del cambio climático. Akira se dará cuenta de que su padre, al que admira bastante, está un poco equivocado cuando se enfrenta al megaincendio Morris que es capaz de devorar hasta las secuoyas más grandes.

Otros de nuestros protagonistas son Owen y George, que viven en Canadá. Owen trabaja los veranos con sus padres en una empresa turística que programa excursiones para ver osos polares. George es su mejor amigo. Los dos van a vivir la aventura de sus vidas cuando tengan que escapar de un oso hambriento por culpa del deshielo del ártico.

Por último tenemos a Natalie, hija de inmigrantes que se han asentado en Miami. El huracán Reuben no tendrá misericordia con ella. Natalie tendrá que usar todas sus fuerzas para intentar escapar de sus garras y vivirá todo tipo de situaciones mientras es vapuleada por la lluvia y el viento.

La acción en esta novela está garantizada. Y a pesar de que los personajes nos puedan parecer un poco planos, en algunos momentos podemos apreciar un poco de profundidad, lo suficiente como para poder ponernos en su piel y sufrir un poco las consecuencias del aumento de esos dos grados.

Es una novela que no esconde su intención. Pone encima de la mesa el problema del cambio climático con ejemplos muy gráficos: el megaincendio, las consecuencias del deshielo y los continuos huracanes. Son algunas consecuencias que ya está padeciendo el ser humano. Alan Gratz nos manda un mensaje claro: solos no podemos arreglarlo, pero sí podemos poner nuestro granito de arena.

Por otro lado, este mensaje al menos es esperanzador. Los lectores se van a encontrar con personajes que luchan hasta el final para conseguir salvarse y ayudar a los demás. Quizá una de las pegas que le puedo poner es que es muy peliculero. Pero ya lo he dicho otras veces, si consigue enganchar a la lectura a los jóvenes, bienvenido sea.

Así que ya sabéis, si queréis disfrutar de una novela con héroes cotidianos que se enfrentan a las consecuencias del cambio climático, con un ritmo trepidante y un toque de esperanza, aquí tenéis estos Dos grados de Alan Gratz.