Rebis

Carlotta Dicaraldo e Irene Marchesini: Rebis. Madrid: Nuevo Nueve, 2024, 176 páginas.
 
 
Es posible que alguna vez hayas experimentado esa extraña y compleja sensación de no encajar, de ser esa pieza de puzzle perdida, de no encontrar tu lugar. Es entonces cuando por imposición o por derecho, te mueves. Encontrar ese lugar se puede convertir, en ese momento, en tu motor o, incluso, en el leitmotiv de tu vida.
 
La historia de Martino, un niño albino nacido en el seno de una familia que lo repudia, es una historia de polos en constante oposición.  Una batalla entre la más tierna inocencia infantil y la incomprensible crudeza adulta.
 
Y es que, mientras esa sociedad fría y temerosa de lo diferente explora sus miedos y complejos exteriores, nuestro personaje ahonda en su interior,  curando heridas y rescatando aquello que le une a su dimensión más humana. En este aspecto, merece una mención especial el cómo las autoras plantean y desarrollan el tema de la diversidad de género. Lo hacen a través del personaje de Martino que comienza a sentirse diferente con respecto a su género de nacimiento. Es un tema que se aborda con una preciosa naturalidad. De hecho, el título del libro, Rebis, hace referencia a un ser mitológico hemafrodita que simboliza la dualidad.
 
Centrándonos en la trama principal, se percibe una linea temporal clara y ordenada. Incluso los saltos temporales, teniendo en cuenta que acompañamos a Martino desde su primera infancia hasta su juventud, son de agradecer pues le otorgan dinamismo a la historia. Quizá ésta sea una de las muchas razones por las que Rebis puede ser una buena puerta de entrada al mundo de la novela gráfica, no sólo para jóvenes sino para el que tenga la inquietud de iniciarse en él. Y para los veteranos en este tipo de literatura, es una historia absolutamente disfrutable.
 
Pero si hay un componente que me ha hecho disfrutar de la historia al máximo exponente ha sido el dibujo. Nos encontramos una utilización muy potente y reflexiva sobre los colores y los juegos de luz. No solo es que estéticamente la novela sea muy atractiva sino que el uso del color se ve claramente influenciado por la trama. Estamos ante una ambientación cromática que no solo acompaña a la historia sino que es parte importante de la misma.
En este punto es donde se percibe una sintonía especial entre estas dos magníficas autoras: Carlotta Dicataldo e Irene Marchesini. Es de agradecer como, a través de los inevitables individualismos creativos, logran construir un producto verosímil, fuerte y que logra convertirse en un grito de esperanza para muchas personas que no logran encontrarse.
 
Y es entonces cuando, a través de esta historia fantástica tan real, uno reconoce que estaba equivocado. Que no se trata de encontrar ese lugar en el mundo donde puedas encajar. Que no se trata de mirarte como una pieza de puzzle perdida. Que, después de todo, es la realidad la que debe enfrentrarse a ti y abrazarte, con todo lo que eres, sientes y vives. Solo así podrás darte cuenta de que el motor de tu vida no es ese lugar que estabas buscando sino que eres tú mismo.