El maravilloso libro de la muerte
Soledad Romero Mariño (texto) y Mariona Cabassa (ilustración): El maravilloso libro de la muerte. Albuixech: Litera, 2024. 56 pp.
En dÃas cercanos al de los muertos, ¡qué bien hablar de la muerte! La editorial Litera adopta esta actitud con el libro que reseñamos, y asume que se puede hablar de la muerte en un tono no dramático, como parte del ciclo de la vida y yendo… hasta el más allá. Se suma este álbum de gran formato al catálogo de libros informativos que han venido editando en los últimos años para público esencialmente infantil, con su caracterÃstico diseño colorido y su papel de buen gramaje.Â
Cada vez que abrimos una doble página, encontramos un aspecto de la muerte: desde cuestiones fisiológicas y biológicas (causas de muerte, animales descomponedores…) hasta culturales (cementerios, funerales en distintos paÃses, duelo y luto…), conformando un conjunto muy completo y (si no suena muy gore)… entretenido. No se habla solo de la muerte humana, claro está, sino de la muerte como fenómeno que afecta a todo lo que está vivo, animales y plantas incluidos.
El texto se distribuye en bloques pequeños a lo largo y ancho de la doble página, entre ilustraciones. Estas son muy atractivas. No es la primera vez que escritora e ilustradora colaboran en un libro (Somos, El aleteo de la mariposa, Infinito), y componen un tándem ganador. A Mariona Cabassa la conocemos por ser responsable de muchas ilustraciones de libros de diferentes editoriales de LIJ, y ha definido un estilo personal con mucho color, no siempre realista, y con mucha presencia de la naturaleza.
La ilustración ayuda tanto a comprender y disfrutar el texto, que se echa de menos que no esté dibujado todo lo que dicen las palabras, especialmente en páginas como la 18-19 («ingenio de supervivencia») que tratan el doble de animales y plantas de las que se dibujan.
El libro posee una estructura en partes, que solo son obvias en el Ãndice. Comienza con tres doblepáginas con generalidades sobre la muerte, que incluyen también citas de autores (Francis Bacon, Han Shan, Steve Jobs); le sigue el grueso del libro, con «capÃtulos» más biológicos o más antropológicos; y finalmente hay cuatro doblepáginas que tratan la experiencia de la muerte, y que pueden servir como remedio o preventivo emocional. Las palabras escogidas siempre son certeras, y eso que es difÃcil acompasar el dar una información precisa e interesante (como se da) con adaptarla a una edad lectora limitada pero flexible. ¿Cuánto querrá saber un niño sobre los distintos tipos de funerales? ¿Y sobre los esqueletos que sirven de casa a otros seres? Imaginamos la cantidad de quebraderos de cabeza que habrá supuesto planificar la información que finalmente se da, asà como el grado de tecnicismo necesario.
Hay algún dato cuestionable, no obstante, como que los manzanos solo dan abundante fruta entre los tres y los seis años de edad (p. 15). O el hecho de que, a pesar de la globalidad e interculturalidad que se pretende mostrar, en los cementerios solo mencionan el ciprés como árbol relacionado con la muerte, que es un planteamiento muy occidental. Está muy logrado para un aprendizaje multicultural, en cambio, el resumen de los tipos de funerales según las diferentes religiones y culturas (pp. 26-27).
La información del libro proporciona datos verdaderamente sorprendentes y admirables, como lo de las hormigas soldado que se ponen a guiar a un grupo de hormigas en cÃrculo hasta que mueren exhaustas (p. 44), o los hospitales para muertos en Europa, en los que no se enterraba a nadie hasta que no empezaba a pudrirse (p. 45). Hay decenas de curiosidades dentro de este libro, que invitan a ser disfrutados por los pequeños lectores en compañÃa de sus familias o maestros.
Vivirán con él una experiencia insólita de la muerte, una aproximación sin miedo y sin pacaterÃa a la inapelabilidad e irreversibilidad del morir, una colección de informaciones bellamente ilustradas, para una lectura reposada y compartida.