Un cóndor en Madrid
Paloma Muiña (autora), Mercé López (ilustradora). Un cóndor en Madrid. Zaragoza. Edelvives. 2014
Paloma Muiña, ganadora de la edición XXV del Premio Ala Delta, nos acerca, con una exquisita sensibilidad, a la vida de Manu, su amiga Adri, y su familia, en particular, a su abuelo.
Centrado en varios personajes principales, representados por el narrador, Manuel, un niño que está descubriendo el amor de la mano de Adriana, hija de inmigrantes ecuatorianos, la historia desarrolla de la manera más emotiva y personal posible cómo es la vida de aquellos que han dejado atrás sus tierras y la herencia que permanece en sus sucesores, a pesar de que hayan nacido en un nuevo y diferente paÃs.
Tras constantes alusiones a la cultura ecuatoriana, nos sumerge con un encanto inigualable en la ancianidad del abuelo de Adri, alguien que ha perdido la cabeza entre los recuerdos de su tierra natal, sus amigos y su amor, Rosita. En un intento por acercarnos ese matiz de la vida, pretende acercar a los jóvenes a la difÃcil lucha de alguien que atraviesa fronteras, dejando atrás su vida, su memoria, y cómo, un joven nativo, sin llegar a comprender ese lenguaje diferente, esos usos y costumbres nuevos para él, se enamora del fruto de esa interculturalidad y se enternece aprendiendo a valorar la importancia del apoyo familiar; en momentos, en los que la vida corre pasajera, esperando por fin una muerte final donde se reúna con sus seres queridos.
Junto a toda esta explosión de emociones, Manu no deja de ser un chico y Adri una chica, que se ven atrapados bajo la aventura de vivir sus propias vidas, descubriendo secretos, haciendo amigos y despertando a la madurez que corresponde en una lucha entre el amor y la comprensión de las conductas adolescentes.
Tras su lectura observarás el mundo con otros ojos, quizá más tolerantes, en donde el aprender lo valioso de cada una de las personas se impone como la meta final de este libro. Cada uno de nosotros contamos con nuestro granito de enseñanza al mundo, la sabidurÃa y experiencia de un anciano, la inocencia, cariño y generosidad de una niña, el apoyo familiar constante…
Y, todo ello, bajo el manto protector del cóndor.