Oliver y el troll
Adam Stower (texto e ilustraciones): Oliver y el troll. Barcelona: Picarona (Ediciones Obelisco), 2014. Traducción: Joana Delgado.
Picarona nos trae de la mano de Adam Stower una historia cargada de humor e ingenio que encanta a los más pequeños. El último trabajo de este autor resulta ser una obra muy divertida.
Nada mejor que presentar a los personajes que tradicionalmente han asustado a los más pequeños de una manera ingenua, incluso caracterizándolos como torpes y víctimas de las situaciones más variopintas, para desmitificar a este tipo de seres. Esto además aporta el sentido del humor necesario para desdramatizar posibles miedos y hacer frente a posibles visitas, especialmente nocturnas. Al final de la lectura de un relato de estas características, tan alejado de los cuentos tradicionales, el lector termina por empatizar con el ser fantástico. Esto es lo que consigue Stower en Oliver y el troll.
Tras una portada troquelada en la que se presenta a los protagonistas de este álbum y que nos pone a la expectativa del tipo de relato que contiene, se desarrolla la especial relación entre un niño y un troll. Todos los días Oliver sale a hacer la compra y todos los días el troll intenta comérselo. En desesperadas persecuciones el hambriento troll topa una y otra vez con la astucia del chico que, por otra parte, se ríe de la falta de pericia de aquel y le juega las más variadas malas pasadas. Pero ni uno debe darse por vencido ni el otro debe confiarse demasiado, pues si no quiere acabar en la barriga del troll, cosa que terminará por ocurrir en una página con sorpresa, no puede bajar la guardia. Lo que ocurre después viene a responder al conocido dicho: «si no puedes con tu enemigo únete a él». Oliver no resulta ser el bocado apetitoso que parecía y termina de nuevo fuera del troll. Así que para no morir de hambre, el pobre monstruo echará mano de sus dotes culinarias, asociándose con Oliver en un proyecto de cocina muy original.
El texto no tiene complicaciones, es breve pero no escueto (como sucede en muchos álbumes), siendo muy adecuado tanto para los primeros lectores como para ser leído en voz alta por un adulto, con interesantes recursos que inciden en la modulación de la voz. Sí resulta ser muy descriptivo, lo cual puede enriquecer las capacidades lingüísticas de los pequeños. En este discurso verbal destacaríamos también la cancioncilla que canta Oliver cada vez que el troll intenta atraparlo, un recurso que favorece el feedback con el lector, el texto final: la receta de las trollmagdalenas y la nota del autor invitando a tener siempre un dulce a mano. Variedad de recursos como vemos que aportan riqueza al texto y que aseguran un lector entregado a la lectura.
En cuanto a las ilustraciones, éstas son sencillas, en tonos y trazos suaves, ricas en matices y detalles, sobre todo en lo que a expresividad de los personajes se refiere. El humor presente en el texto tampoco falta en las ilustraciones. Todo redundando en lo que ya hemos comentado de empatizar con el monstruo y presentar situaciones de lo más diversas.
En definitiva, un álbum para pasar un más que agradable momento de lectura, ya sea en el aula o en casa. Lo mejor: el efecto que produce en los más pequeños, risas garantizadas y deseos de volver a leerlo infinidad de veces.