¡Shhh! Tenemos un plan

¡Shhh! Tenemos un plan

Chris Haughton: ¡Shhh! Tenemos un plan. Traducción: Jesús Ortiz. Santander: Milrazones, 2014

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¿Cuántas veces  habremos mandado callar a los más pequeños creyendo que como adultos tenemos razón o que nuestra idea tiene que ser mejor que la de ellos sin ni siquiera darles opción a hablar? Posiblemente muchas. ¿Cuántas veces tropezamos en la misma piedra sin aprender de nuestros errores? Posiblemente más de una. ¿O cuántas veces menospreciamos el poder de otros seres vivos? Posiblemente también muchas.

Todos estos elementos están contenidos en la nueva obra de Chris Haughton (Un poco perdido u Oh, no Lucas) publicada por la editorial Milrazones (quien tiene publicadas sus obras anteriores) hace unas semanas, un libro con el marcado sello de un original autor que hace de la sencillez y el uso del color dos de sus señas de identidad.

Cuatro amigos intentan atrapar a un pájaro, tarea que ven fracasar repetidamente ante unos métodos protagonizados por la fuerza. El «¡shhh! tenemos un plan» que con insitencia sufre el más joven y toda la aparente astucia y cautela de los más mayores no les sirve de nada.  Aburrido, el más joven apuesta por otro sistema: un hola, unas migas de pan y mucho respeto. ¿Qué harán sus amigos cuándo lo vean rodeado de pájaros? ¿Y éstos, qué harán ante una bandada muy enfadada? ¿Aprenderán algo de su insólita aventura?

En un magistral trabajo de simplificación y abstracción el autor irlandés crea una historia muy divertida que conectará facilmente con los pequeños y contagiará a los adultos que les embarquen en este relato. Con muy pocos elementos elabora una obra tremendamente expresiva, de gran viveza, cargada de connotaciones y significados que funciona muy bien con los niños. El texto, muy simple, reducido de forma asombrosa sin perder nada de poder comunicativo, está inmerso en una estructura repetitiva con mínimas variaciones que le da a la historia agilidad y un ritmo fácilmente asimilable, creando unos patrones que permiten la anticipación y la interacción de los lectores más pequeños con el relato o con el posible narrador. En cuanto a las imágenes, éstas se caracterizan también por la extrema simplificación, lo cual, nuevamente, no está reñido con la expresividad de unas ilustraciones cargadas de humor y matices (es asombrosa la riqueza de las miradas de los personajes en unos diseños tan simples).

Visualmente el libro es muy atractivo, tanto desde el punto de vista de la ilustración como del texto. La disposición de éste en las páginas o los juegos tipográficos llenan de originalidad también formal a un relato en el que el discurso se lleva al límite. Juegos también presentes en las ilustraciones, en una paleta de colores muy restringida que juega con la frialdad y la calidez, la noche y los inusuales «cazadores» en tonos azules y negros, y la variedad cromática de los animales (naranjas, amarillos, verdes, rosas, etc). A pesar de no contener aparentes mezclas ni degradados el autor consigue un llamativo contraste, un rico contraste, que no pasa desapercibido, especialmente en unas dobles páginas llenas de colorido que resultan de gran belleza.

Sin duda un buenísimo libro, una obra cargada de humor, ingenio, creatividad, que encantará a los lectores más pequeños y entusiasmará también a los adultos. Calidad basada en la sencillez. La simplicidad llevada al extremo, el menos es más, la riqueza de lo aparentemente sencillo, todo ello conjugado en una relato que nos habla del respeto, la comprensión y la importancia de la escucha.