María Menéndez Ponte & Javier Andrada: Creadores de Pupi

María Menéndez Ponte & Javier Andrada: Creadores de Pupi

¡Menuda suerte hemos tenido al coincidir con estos dos pedazos de artistas en la Feria del Libro de Madrid!

Enseguida y con un poquito de valor nos lanzamos a la eterna pregunta: ¿Nos concedéis una entrevista?

Enseguida se dispusieron a colaborar con nosotros y creí oportuno realizarles una entrevista conjunta en honor de Pupi, su obra maestra conocida por niños y niñas de todo el país.

Maria_M-PMaría Menéndez Ponte

La biografía de María es de una intensidad que apabulla. Tiene su propia página web, como todo autor que se precie en nuestros días. Desde estudiar Derecho en Santiago, de donde es oriunda, hasta formar una familia a caballo entre Nueva York y Madrid donde finalmente se asienta, comienza su etapa de filóloga y escritora. Ha escrito novelas juveniles e infantiles, pero creo que ha sido con Pupi donde realmente ha llegado al estrellato. Nos encontramos con Pupi, en todas partes. Desde los libros de texto del colé, en vacaciones, en las estanterías de todas las librerías con toda la pandilla que ha formado: Pompita, Aloe… Las casas de nuestros niños están inundadas de sus aventuras, en casi todos los centros hay un peluche de Pupi, cuya barriguita cambia de color en función de su estado anímico, perfecto para el trabajo de la inteligencia emocional que tantas páginas ocupa en nuestros días ¡Qué más se le puede pedir a un personaje!

P:¿Cómo comenzó tu faceta como escritora?

R: Desde muy pequeña inventaba historias, tenía un volcán por cabeza, no me daba tregua. Hasta el punto de que soñaba con tener un botón para pararla. Y también me encantaba leer. En los libros encontré esa guía de vida que me faltaba (estaba convencida de que yo venía de otro planeta, como Pupi y el mundo me producía una gran extrañeza). En realidad, él es mi “alter ego”. Lo primero que publiqué fueron artículos en diferentes periódicos gallegos cuando estaba en la universidad de Santiago de Compostela. Y también los primeros cuentos fueron en el suplemento de un periódico. Luego empecé a enviar a concursos y editoriales hasta que la editorial SM se fijó en mí.

P:¿Pensaste que Pupi llegaría tan lejos?

R: No, para nada. Todavía me asombra cada vez que voy a un colegio ver la pasión que sienten por él, cuánto lo quieren y cómo lo viven, es algo muy mágico. Saben todo acerca de su universo, la mayoría se ha leído todos los libros, y tienen una curiosidad insaciable acerca de su vida y andanzas. Me piden que haga dibujos animados y película, como si dependiera de mí, pobres. Y me parece impresionante que hagan cola de dos horas para que les firmen los libros y para abrazar a Pupi.

P: María es autora de muchos otros libros, ¿Qué repercusión han tenido estos a partir de lanzamiento de Pupi?

R: La verdad es que mis libros siempre han tenido buenas ventas. “Nunca seré tu héroe” lleva 200.000 ejemplares vendidos y ha sido Libro de Oro en 2006. Creo que, en general, conecto muy bien con los lectores. Pero es verdad que la repercusión de Pupi ha sido impresionante. Es gracioso en los encuentros con adolescentes cuando se enteran de que soy la autora de Pupi, se les cambia la cara, es como si recuperaran su infancia de golpe. Sin embargo, ellos solos no suelen hacer la asociación.

P: Encontramos a Pupi en la escuela, desde libros de texto, libros para vacaciones, etc,  ¿Crees que es necesario que los niños que han estudiado contenidos con Pupi continúen con él en verano, que eso les da confianza y les motiva para repasar esos  aprendizajes en vacaciones?

R: La motivación es el elemento más importante en la enseñanza, y Pupi es un personaje altamente motivador. En los coles siempre me ponen ejemplos de niños a los que les costaba bastante la lectura y con Pupi han aprendido enseguida. En realidad son ellos quienes les piden los libros a sus padres. Y creo que no hay mejor motivación que la iniciativa parta del propio niño.

P: ¿Cómo consigues cambiar de chip y pasar de cuentos como Pupi a  las primeras historias para adolescentes?

R: Pupi fue posterior a la mayoría de mis novelas para adolescentes. Muchas las escribí cuando mis hijos estaban en esa etapa, ellos han sido mi principal fuente de inspiración. Pero cambiar de un ámbito a otro no es ningún problema para mí. Pupi es un personaje que está vivo y es él quien me lleva a vivir las aventuras. En realidad, yo solo soy su “negro”. Jajaja.

P: ¿Cuando escribes te miras en un espejo a través de los años e intentas reflejar esos sentimientos que pasan o han pasado por tu cabeza para ayudar a otros, o bien lo haces tras ver a tus propios hijos o conocidos por las fases que han ido pasando en su crecimiento personal?

R: Un poco de todo. Personalmente tengo bastante de Peter Pan: en muchos aspectos sigo siendo muy niña (me gusta subirme a los árboles, vivir aventuras, saltar en una cama elástica…). Me siento muy cerca tanto de los niños como de los adolescentes. Me encanta charlar con ellos y escucharlos. Y gracias a mis cuatro hijos y a sus amigos he podido vivir muchas infancias y adolescencias de manera muy intensa. De algún modo, en todas mis novelas y cuentos voy dejando retazos de vida, emociones, sentimientos… Cuando escribo, me transformo en esa niña que fui. Mis hijos dicen que aún no he salido de la adolescencia. Jajaja.

P: ¿Qué crees que es lo que más gusta de Pupi a los niños? ¿Y a los adultos?

R: Yo creo que su autenticidad. He conseguido hacer un personaje vivo, de carne y hueso, que les resulta muy simpático y cercano a sus conflictos. Se mueren de risa con su manera de hablar y con su particular lógica. Juego mucho con esa extrañeza que a mí me producía el mundo en contraste con mi planeta Azulón (estoy convencida de que yo vengo de ahí). Y también les gusta mucho ver sus sentimientos reflejados de una manera tan gráfica, a través de los colores de su botón. El mundo emocional en la infancia es muy importante, muy intenso y algo descontrolado, como le ocurre a Pupi. Y a los adultos les gusta porque no son cuentos bobalicones, sino que tienen esa profundidad y esa viveza que ellos ven también en sus hijos. Los niños son grandes pensadores, muy curiosos y muy aventureros.

foto_javier_andradaJavier Andrada

En este tándem de éxito no puede faltar el ilustrador, Javier Andrada, con su especial sensibilidad a la hora de dibujar a Pupi, ese pequeño marcianito. Podéis conocerle un poquito más con esta entrevista y visitando su web en el enlace anterior, donde además veréis más de sus magnífico trabajo.

P: ¿Qué se necesita para reflejar en una imagen un personaje que ha escrito otra persona y hacerlo de manera tan fiel?

R: Es algo muy complicado y sencillo al mismo tiempo. A veces se da cierta comunión y todo fluye de manera natural, en otras ocasiones esto no ocurre y cada uno hace, con su parte, lo que puede.
En el caso de los textos de María (Menéndez Ponte) se ha dado esa comunión, y se ha dado también una cosa muy curiosa y es que desde que leí la primera minuta en el primer encargo, lo veía todo tan claro que no tenía que hacer nada más que ponerme a dibujar. Y ella por su parte, al ver mis dibujos siempre decía que lo había imaginado exactamente así.
María siempre dice que tenemos telepatía y, por disparatado que parezca, a veces pienso que tiene razón…

P: Tus ilustraciones reflejan sencillez en el trazo pero al mismo tiempo están dotados de una personalidad cautivadora, de algo más complejo, ¿Cómo haces para fusionar estos dos conceptos?

R: Sinceramente, no lo sé.
Como lector, de niño, agradecía enormemente las ilustraciones bien elaboradas, independientemente de que me gustaran o no, ilustraciones que transmitían la sensación de que el autor había puesto todo de su parte, sin escatimar trazos, tiempo ni esfuerzo. Que se lo había tomado en serio, por así decirlo.
La sencillez en el trazo es producto de la necesidad de explicar. Entiendo que la realidad que habitamos está conformada por infinidad de detalles, representando pues, esos detalles en la recreación de esa realidad, es decir: en la ilustración,  esta será a su vez más real, más habitable. Y ese es el objetivo fundamental, crear imágenes que sean habitables con las que el lector, en este caso los niños, puedan entretenerse, divertirse, sentir, y por qué no: aprender… procurándoles un lugar donde se sientan cómodos y a gusto. Matisse decía que su ambición era pintar unos cuadros que funcionaran como un buen sillón en el que uno se sienta a descansar o a leer… pues eso, salvando las distancias, claro.
Una manera de hacer más compleja perjudicaría esa realidad blandita. Como suele ocurrir al hablar, que uno se pierde en los detalles…
Lo de la personalidad cautivadora… te lo agradezco, pero está fuera de mi alcance.

P: ¿Cómo comenzaste a ser el ilustrador de Pupi?

R: En el marco de la creación de un nuevo proyecto para primaria y su correspondiente “mascota” vehicular, desde SM propusieron, con una descripción básica de personaje, a siete ilustradores/as que la plasmaran gráficamente. Los siete proto-pupis se estudiaron y testaron con editores, profesores, padres del AMPA, psicopedagogos y niños.
Yo tuve la gran suerte no sólo de que de que todos decidieran que mi propuesta de Pupi era la más adecuada para el proyecto, sino también de que María, al ver los siete proto-pupis tuvo claro que el que yo había dibujado era exactamente cómo ella lo había imaginado.
El proyecto de primaria fue un éxito, de ahí salieron los Barcos de Vapor, y de ahí el resto de títulos, la locura de Pupi y ocho años de intenso y feliz trabajo.

P: El hecho de saber dibujar, y de, en unos minutos crear una historia completa como vi hacer en la feria del libro a través de una dedicatoria, ¿Es fundamental para convertirse en ilustrador?

R: ¡Suena tan bien!… saber dibujar. Es casi magia. He conocido a gente que sí que sabía dibujar. Pero yo no sé dibujar. Si supiera dibujar no me pasaría una mañana entera para plantear la perspectiva de una calle en una escena de Pupi, por ejemplo, o no necesitaría mirar decenas de fotografías y varios libros para ver como es un castillo, o un dinosaurio, intentar entenderlo y luego intentar representarlo. ¡Hasta para dibujar un lápiz tengo que coger uno y mirarlo…!
Dibujar es pensar, pero pensar de una manera no verbal. Es una labor de observación, reflexión y representación. ¿Tienes que dibujar a un niño sorprendido?, pues te concentras y piensas en un niño sorprendido, te conviertes en un niño sorprendido, te manifiestas como un niño sorprendido, y en el trazo sobre el papel queda esa manifestación, la huella de esa pequeña existencia a través de ti. Y así con un gato, un árbol, un coche a toda velocidad, una calle de una ciudad, un puerto de la Grecia antigua, o un pequeño extraterrestre azul.
Paul Klee decía que el artista no es más que una herramienta que la naturaleza utiliza para seguir creando. Como planteamiento de trabajo a lo mejor suena un poquito Zen, pero creo que tiene mucho de cierto. Aparte de que en la sociedad brutalmente narcisista en la que vivimos va bien un contrapunto, aunque sólo sea.
Es cierto que la capacidad teatral de uno es limitada, así que la documentación ayuda una barbaridad y todo va bien, todo sirve: un paseo por el parque con tus hijos, una caminata por la montaña, un viaje en tren, una película, un manual de cocina…
Pero respondiendo exactamente a tu pregunta: ¿Es fundamental saber dibujar para convertirse en ilustrador? Afortunadamente hoy en día no. Disponemos de máquinas y prótesis para suplir las carencias, o al menos para enmascararlas. Antes del  advenimiento del ordenador, si no disponías de una destreza artesanal adquirida a través de la práctica continuada, era muy difícil resolver un encargo con técnicas tradicionales (plumilla y tinta, acuarela, gouache, acrílicos, etc) con la calidad mínima adecuada. Las herramientas modernas de las que disponemos, aparte de simular perfectamente estas técnicas, poniendo al alcance de todo el mundo efectos que antes estaban en manos de unos pocos, permiten que cualquier persona, tenga experiencia o no, sea habilidosa o no, reciba y resuelva un encargo de ilustración, lo cuál no sé si es haberse convertido en ilustrador, en realidad no sé cuando uno se convierte en ilustrador… A mi esto me parece estupendo. Es el fin de esa idea injusta tan generalizada de haber nacido con un don que te proporciona una situación de ventaja sin haberse esforzado lo más mínimo. Con un buen Mac y un poquito de ingenio, nadie necesita don… ¡ni esfuerzo!
Ahora bien, si de lo que hablamos es de intentar ser un buen ilustrador… eso ya es otro tema, pero es muy aburrido porque tiene que ver con buscar la VERDAD.
Ser ilustrador no me ha interesado nunca demasiado. Me considero simplemente un dibujante, así que procuro hacer mis dibujos lo mejor posible intentando pensar siempre en el libro al que van a acompañar. Y que duda cabe que el dibujar muchas horas cada día durante muchos y muchos días, ayuda en esa tarea.
Por otro lado, como “ilustrador”, me debo totalmente al texto.
Lo que viste en la feria del libro es un ejercicio de mi profesión muy divertido, Siempre me ha gustado la vida, y jugar es una de las maneras más divertidas de vivir. Hacer esos dibujos dedicados es como diseñar blísters para los Playmobil: pones una figura con cuatro elementos que den juego y lo demás lo hace el lector con su imaginación.

P: ¿Tienes algún favorito entre tus ilustraciones?

R: En realidad no. Son un poquito como los personajes de Hergé (de nuevo, salvando las distancias) cada personaje por separado se queda en poco, pero juntos se complementan, forman un grupo fantástico. Quizás, por decirte uno: Lila, la mascota de Pupi, pero sólo porque es mi pequeña aportación al universo Pupi, ya que inicialmente no había descripción gráfica de  ella. Y parece ser que a los niños les ha gustado.

P:  ¿Qué proyectos tienes a la vista?

R: Afortunadamente hay varios estimulantes, en especial un álbum de poesía del gran Carlos Reviejo y Javier Taboada, y una Biblia Infantil, que pese a no ser creyente, me fascina porque me apasiona el tema.
Estrenarme como autor e ilustrador en un proyecto propio (hasta aquí puedo leer)
Continuar desarrollando mi proyecto pictórico, en el que llevo trabajando en silencio ya más de veintidós años.
Y sobre todo, continuar haciendo de mi gran pasión una profesión, que no es poca cosa dadas las circunstancias.

Y con las aportaciones de estos dos grandes de nuestro país, nos quedamos con un sabor de boca muy pero que muy salado, gracias a la simpatía de Pupi, nuestro maestro de ceremonias para esta entrevista y de sus mágicos creadores, María y Javier que han sabido captar la atención de los más pequeños con su arte.