Hervé Tullet: Cinco sentidos. Madrid: Kókinos, 2013. 138 pp.

Antes uno pensaba en autores que contribuían a la exploración artística del libro como objeto de juego infantil, y se le venía a la cabeza casi en solitario Bruno Munari con sus Prelibri y Libri illeggibile. Hoy en día podemos decir que otro autor se le pone a la altura en imaginación y talento: Hervé Tullet. Desde hace unos años, nos viene sorprendiendo con propuestas lúdicas en forma de libro, que no nos han dejado indiferentes.

Cinco sentidos es el libro que el autor considera más personal, dirigido a sí mismo y a sus gustos, en realidad. Fue publicado en francés en 2003, así que ha tardado incomprensiblemente diez años en llegar a nuestro país.

Dividido por capítulos, uno por cada uno de los cinco (¿o seis?) sentidos, abundan los juegos interactivos en sus páginas, los troquelados y los materiales insertos (un espejo, un plástico sonoro, un alfabeto braille). El texto es mínimo, a veces solo un título, una reflexión o una apelación al lector: la comunicación textual está al servicio de la función estética de la página. Pero esas palabras siempre resultan sugerentes, y las imágenes desarregladas e impactantes.

El libro permite a los niños lo que el autor se ha permitido a sí mismo: la exploración sin complejos, sin temor a las extravagancias. Igual te puedes encontrar un esbozo de dos cuerpos queriéndose y acariciándose, que el recorrido de los líquidos desde la boca al tracto, un paisaje de cantos de pájaros, un juego de agudeza visual, la sorprendente caca de nariz, una cueva prehistórica o un collage de texturas.

El conjunto es una celebración de los sentidos, una fiesta tras la cual uno ya no ve, ni oye, ni huele, ni toca, ni come igual que antes, sino que mira todo, escucha lo inaudible, olfatea cualquier rastro, palpa excitado, saborea con deleite. Da igual niño que adulto, este libro merece la pena para todos.