El libro de las camas

Sylvia Plath (autora), Quentin Blake (ilustrador): El libro de las camas. Barcelona – Buenos Aires: Libros del Zorro Rojo, 2014. 32 pp.

9788494247323

De vez en cuando uno se puede permitir el lujo de imitar a los niños y elegir un libro por la portada. La sobrecubierta de El libro de las camas, en esta nueva edición de Libros del Zorro Rojo, supone un reclamo irresistible. Su diseño, que algunos consideran uno de los mejores de 2014, colorea la ilustración de Quentin Blake con un rosa intenso que invade también las hojas de guarda y brilla en el plateado del fondo. Y, además, los nombres que aparecen en esta portada no nos pueden dejar indiferentes: Quentin Blake, el ilustrador que muchos ya conocerán por haber dado cuerpo a tantos textos de Roald Dahl; y Sylvia Plath, la admirada poeta norteamericana.

El libro de las camas es un poema muy divertido, en la tradición del humor absurdo inglés que se basa en la exageración y en lo inesperado. Lo que nos ofrece Plath es un catálogo de camas, a cuál más disparatada e imposible: camas para trapecistas, camas para ornitólogos, camas submarino, camas con cohetes, camas tanque, o camas (¡oh, sí!) que no pasa nada si se manchan. Es uno de estos libros que, al terminarlo, sientes que te ha disparado la imaginación. Así que el juego está servido : ¿cuál elegirías tú? ¿Se te ocurren otras camas? A la propia Plath se le ocurrieron bastantes más, pero eligió solo las mejores para su poema. Eso no impide que los niños (caray, o los adultos) imaginemos nuevas posibilidades y ampliemos el listado.

Se agradece el humor de Sylvia Plath, una autora que no debió de llevar una vida agradable, por lo que se deduce de sus reiterados deseos de quitársela (finalmente cumplidos). La inspiraron sus dos hijos y la concepción de que su propia infancia era un objeto tan inaccesible como un barco en una botella (según sus propias palabras). Casi toda su obra fue póstuma, pero hoy está considerada una de las grandes autoras de poesía del siglo XX.

La traducción de un libro así es compleja. Traducir poesía supone no olvidar que la forma es también significado, y no resulta nada fácil lograr que los versos acentuales ingleses se conviertan (como deberían) en ritmo silábico en castellano. Si alguien lo desea, puede leer la versión original aquí.

Marcial Souto realiza para Libros del Zorro Rojo una traducción correcta, como vemos en la estrofa tercera (que se repite también al final):

«¿Para qué solo una Camita

acogedora y abrigada

donde pasar la noche

con la luz apagada?»

Esta obra ya se había publicado en 1989, en la editorial Espasa Calpe, con traducción de Salustiano Masó. Teníamos en ella soluciones distintas, también interesantes:

«Nada de una camita,

blanca y arropadita,

y con su lamparita

de apaga y se acabó.

¡Eso no!»

Y tal vez incluso podríamos proponer:

«¿Por qué una cama blanquita

de sábana-ceñidita,

tengas-buena-nochecita

y apaga-la-lucecita?

¡Horror!»

Sea como sea la forma de traducir, ¿quién quiere una cama normal y corriente?