Romance

Blexbolex: Romance. Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2013.

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Este es un libro demasiado difícil de explicar. Lo mejor sería sencillamente despedirnos aquí y marcharnos a leerlo, para no acabar arruinando con nuestras palabras una creación tan compleja, un libro infantil tan (digamos) vanguardista. Pero nos pueden las ganas de hablar de él. Lo que Blexbolex (seudónimo de Bernard Granger) nos propone aquí es una manera de narrar completamente nueva y sorprendente. En cada página, una ilustración y un sustantivo, nada más.

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La historia se divide en siete partes muy desiguales. La primera nos narra un viaje, con solo tres palabras, tres páginas: la escuela, el camino, la casa. Ese es el núcelo. En los sucesivos capítulos, cada cual más largo, este argumento se va complicando con la interpolación de nuevas imágenes que alargan la historia y la llenan de aventuras: la aparición de un desconocido, los planes de la bruja, un accidente, varios presagios, un rapto… Así, lo que al principio era un breve paseo tranquilo, se convierte en una aventura llena de peligros, guerras, cartas indispensables que parece que no podrán llegar a su destino, un descabellado plan para un rescate, la victoria al fin y (claro) de nuevo el regreso a casa. El libro está lleno de alusiones intertextuales a la narrativa patrimonial europea: el dragón, el zapato perdido, una flauta mágica, un espejo de mano, la bruja. Es la bruja el personaje tal vez más interesante: mientras otros personajes malvados tratan de cometer fechorías dentro de la historia, la bruja trata de desbaratar la propia historia, el libro en sí mismo; por ello, da la vuelta a las imágenes y las palabras, las rompe, las hace desaparecer en algunos momentos, en un proceso fascinante que obliga al lector a esforzarse por (re)construir los huecos que va dejando.

El gatillo para la invención de esta historia fueron, según nos cuenta el propio Blexbolex, unos ejercicios creativos con cómics, la atención a la narrativa tradicional (Vladimir Propp incluido, vraiment!), y los juegos infantiles. La ilustración ha sido prácticamente toda dibujada por ordenador. Es muy interesante advertir un camino de exploración en la ilustración del autor (el recorrido por su estilo reciente permite ver concomitancias en obras como Hors-Zone, L’arriére-pays, o Saisons).  Y también un camino de exploración narrativa: L’imagier des gents y Saisons presentan igualmente la página con un sustantivo solo acompañando cada imagen.

No conocemos a Laurent «le Lièvre de Mars» (L. L. De Mars), a quien Blexbolex le agradece al final del libro la inspiración para esta forma de narrar, que desde luego es hermosa. Pero así nosotros también nos vemos obligados a agradecérselo, por entregarnos esta obra verdaderamente singular.