El zorro y el aviador

El zorro y el aviador

Luca Tortolini (Autor), Anna Forlati (ilustradora). El Zorro y el aviador. Barcelona: Editorial Juventud, 2017, 44 pp.

Uno llega a entender aquel mito sobre las serpientes. Aquel que cuenta cómo hipnotizan a sus presas que, seducidas, quedan a su merced sin poder reaccionar. Al situarnos frente a la gran portada de este álbum y fijar nuestra mirada sobre ella, quedamos maravillados ante la explosión de formas y color. Atraídos por la ilustración como ratón fascinado ante las coloridas escamas del sinuoso animal.

En su interior, la ilustración, como la deslumbrante capucha de la majestuosa cobra, se expande y amplia en la doble página. El color y el trazo nos atrapan. Nos cautivan. Nos sentimos absorbidos por el lienzo. Aumenta la fascinación. Empieza a surtir efecto el deseo de conocer inoculado por la imagen. ¿A dónde nos conducirán tan sugerentes láminas?

La ilustración de Anna Forlati viste el cuerpo inteligente escrito por Luca Tortolini. Lo arropa. Dota de calidez y ternura un relato sutil. Una combinación galardonada con el Premio Nénuphar del álbum infantil (2017-2018).

El relato abierto, sugiere, juega con los saberes de los lectores. Un aviador, Antoine. Sobrevolar territorios enemigos para tomar fotografías. Escribir, en los momentos que los vuelos, las misiones, lo permiten. Los sueños. Remarcar la importancia de los sueños de cada uno. Y justo a continuación, una ilustración en la que, entre otros personajes, reconocemos al Principito. Indicios que nos van presentando a Antoine de Saint-Exupéry, en esta historia inspirada libremente en su vida.

La historia es narrada por el Zorro que acompaña al Aviador. El Zorro de Antoine. Una narración tranquila, pausada. Integrada en la calidez de la ilustración. Con diálogos sencillos que van desvelando saberes más profundos:

“¿Por qué vuelan los hombres…?

…Para hacer realidad un sueño”

Los sueños que no pululan por los suelos. Sueños que habitan las alturas. Obligan a arriesgar. Abandonar la zona de confort. Sueños que vuelan y se escapan. Sueños que quizá no alcancemos pero que, sin duda, trataremos de conquistar.

El aviador irrumpe violentamente en la exuberancia boscosa que habita el zorro. Dañando el ala del aparato y la pata del animal. Así comienza un relato sobre el valor y la confianza. Sobre cuidar al de enfrente, la generosidad y la amistad.

El final de la narración otorga al lector una visión más amplia de la que dispone el narrador. Situación que amplifica el canto a la esperanza. Que añade valor a la amistad. Que expone con mayor energía lo impredecible de la vida y nos sitúa ante la obligación de soñar.