Tú grande y yo pequeño
Grégoire Solotareff (autor e ilustrador): Tú grande y yo pequeño. Barcelona: Corimbo, 2004, 40 pp.
Tú grande y yo pequeño se trata de un libro de formato reducido, muy manejable entre manos menudas. Nos cuenta la historia de un león que es rey de los animales y acoge en su palacio y en su vida a un elefantito que ha perdido a sus padres. El felino cuida del jovencísimo paquidermo, lo alimenta y le da cobijo durante mucho tiempo; se establece una relación de familiaridad entre ellos, pero marcada por una sensación de distancia, de falta de cariño. “Tú grande y yo pequeño” es un mantra que se repite una y otra vez a lo largo del libro; el león necesita escucharlo para sentirse grande y, a ratos, el elefante parece necesitarlo también para recordar que es pequeño. Qué curiosos son a veces los animales: uno debe sentirse y hacerse diminuto para que otro sea feliz en su supuesta inmensidad.
Al inicio de la historia el rey se muestra protector, con ciertos amagos de ternura que son rápidamente barridos por su inevitable arrogancia. La inseguridad del león y su necesidad de reafirmarse constantemente marcan el día a día de los dos personajes, hasta que desemboca en la partida del elefante: ha alcanzado un tamaño tan grande que el monarca no logra soportar su imponente presencia en palacio. ¿Quién es grande y quién pequeño?, nos preguntamos página tras página.
Las ilustraciones son una maravilla: pinceladas oleosas delimitadas por marcados contornos negros y colores muy saturados con grandes contrastes de tonalidad, subrayan la distancia entre “tú” y “yo”; marcos que encuadran las imágenes y empujan al lector a observar la historia desde fuera. Somos espectadores a quienes se ofrecen las mejores vistas, con un juego de planos que guía con destreza al ojo esté entrenado para leer entre pinceladas. Especialmente interesantes son el plano picado del elefantito recién acogido en palacio, desayunando y mirando al lector con una mezcla de temor e inseguridad, junto con el plano medio que corta al paquidermo y lo deja fuera del foco, mientras muestra al león sentado sobre su lomo con aires de superioridad.
Como colofón, la historia concluye con una doble página que ilustra al anciano rey caminando bajo el elefante, cobijado entre sus enormes patas, pero todavía llevando su corona. De nuevo, el plano corta al inmenso animal por la mitad, relegándolo a una posición secundaria y centrando la atención en el felino, quien todavía necesita alimentarse de la reafirmación externa. Una vez más nos preguntamos: ¿quién es grande y quién pequeño?