Algo con lo que nadie había contado

Algo con lo que nadie había contado

Marit Törnqvist: Algo con lo que nadie había contado. Salamanca: Los Cuatro Azules, 2010, 60 pp.

¿Cómo tienen hoy el día para asumir la incertidumbre? Porque traigo literatura de esa tan bonita que te remueve el cuerpo mucho antes de llegar a saber por qué. Incluso tras el libro, se mantiene esa sensación de “Aquí ha pasado algo, me ha pasado algo, pero no sé muy bien el qué”. Ole por esa literatura.

Algo con lo que nadie había contado nos cuenta la historia de una niña que cae a un pozo profundo del que la multitud trata de rescatarla sin mucho éxito y acaba por abandonarla; hay un solo hombre que continúa cuidando de ella y llevándole comida y, finalmente, gracias a la intervención de otro niño, logra salir del agujero, al menos físicamente. En el libro se entrelazan muchas soledades: la niña, que queda prácticamente abandonada a su suerte y que no parece tener a nadie con quien reencontrarse una vez que sale; el pequeño, que juega con ella desde lo alto del precipicio, precisamente porque no tiene a nadie más con quien pasar el tiempo; la multitud, que camina en grupo pero está aún más desamparada que la niña; y el hombre que, cuando descubre que la niña ha logrado salir del pozo, se siente perdido porque no tiene ya a quien salvar.

Marit Törnqvist nos regala una obra completa donde palabras, dibujo, formato y peritextos confabulan para cimentar la historia entre todos. Palabras que narran con un tono habitualmente neutro, aunque con ciertos despuntes emocionales de tanto en tanto. Dibujos con una gran potencia expresiva que intercalan tonalidades y saturaciones, van y vienen entre la oscuridad del pozo y la luz del día; creemos intuir el uso de tinta, acrílicos, acuarelas y pastel, todo ello proponiendo siempre contornos poco definidos que reman en dirección a la ambigüedad que parece buscar la historia. El formato, vertical, es una excelente elección que sitúa al lector alternativamente en lo alto del procipicio o en lo más profundo del pozo. Y, finalmente, las guardas –peritextos por excelencia del libro-álbum− que abren y cierran la historia, marcando el cambio, la transición, y dejando al lector suspendido en sus propios pensamientos. Ole por esa literatura.

No conocía a la autora, aunque ya está apuntadísima en la libreta de “investigar más”. Ay, esa sensación agridulce de angustia y emoción al sospechar la cantidad de cosas que no hemos leído todavía y que quizás no lleguemos a leer nunca (una reflexión entre dulce e inquietante que vengo teniendo últimamente, azuzada por una columna de David Jiménez Torres). Literatura, bendito tesoro.