Un amigo inesperado

Un amigo inesperado

Santiago González. Un amigo Inesperado. Sevilla: Tres Tigres Tristes Ediciones, 2018, 40 pp.

Que nos sorprendan. Es tan bonito. Pero para ello no debemos perder nunca la capacidad de sorpresa. Hay que alejarse de la rigidez de pensamiento que impide comprender nuevas formas y maneras. De sentimientos inflexibles que no permiten la evolución de emociones. De aferrarse de tal manera a los sueños que cierren puertas a nuevos anhelos. Hay que estar siempre dispuesto a empaparse de la mirada del poeta, ese mirar donde nace la belleza.

Hay que ser flexible, comedido, generoso al tratar con los sueños. Ellos dulcifican la vida, alumbran destinos. Ligeros, incorpóreos, maravillosos per se, al concebirlos libres podemos llegar a atisbar ciertos aspectos de esos anhelos, ciertos detalles, en nuestra realidad concreta, en nuestro día a día. Una identificación, que genera grata sensación como si en su libre deambular los sueños acariciasen el alma. Por el contrario, al negarles la libertad, cuando nos aferramos a ellos con tanta fuerza, cuando nuestro deseo solamente nos permite reconocerlos en su totalidad, podemos llegar a estrangularlos. No dando, así, opción a ninguna sorpresa salvo la de la muerte del sueño.

Un amigo inesperado, partiendo de la sorpresa por la novedad, entreteje deseo y realidad. Los hilos, lejos de ser paralelos, se entremezclan con el discurrir de la trama. La ilusión, coexiste y modifica el mundo físico, mientras la experiencia en la realidad material va transformando los sueños.

Y Guillo siempre ha querido un perro. Por eso, cuando el día de su cumpleaños, ve acercarse a su tío Hugo, con una caja agujereada para facilitar la respiración,…, su emoción se desborda. Nuestro pequeño protagonista no puede más que aullar de alegría. ¿Será, por fin, su mascota? ¿Su perro soñado? ¡Ey, ¿pero, qué es esto?! ¡Un gallo emplumado!

Nos sorprende el pequeño Guillo y su fortaleza. Se mantiene, entre plumas, sin derrumbarse ante las expectativas no cumplidas. Superando la frustración, sin estrangular su sueño, tejerá uno nuevo con los hilos que le ha facilitado la actual situación. Guillo trenza una nueva oportunidad y se deja sorprender por su emplumado compañero.

Nos sorprende Santiago González. Habituado a experimentar con la capacidad narrativa de distintos tipos de ilustración, a emplear estéticas poco convencionales. Para esta ocasión, apuesta por el falso grabado. Las imágenes irradian, en un principio, cierta intranquilidad que se ve rápidamente superada. Acaso por la familiaridad de los escenarios rurales o, acaso, por el contacto con los animales o por el color o el humor. O por la historia en sí, el lector pasa de esa cierta intranquilidad inicial a una grata calidez final.

 

Nos sorprende la vida, con amigos inesperados, amigos continuados, amigos habituales. Con la amistad y sus sorpresas, una realidad que supera cualquier sueño. Porque la vida puede ser maravillosa.

¡Es tan bonito que nos sorprendan!