Sirenas
Jessica Love: Sirenas. Madrid: Kókinos, 2018, 40 pp.
Jessica Love nos habla de Julián, un niño que vive con su abuela, lee en el metro y adora a las sirenas. Le encantan. Le fascinan. De hecho, le gustarÃa ser como ellas, una de ellas. La obra reflexiona sobre la identidad de un niño que es feliz vistiendo una larga cortina blanca a modo de cola, con una hermosa cabellera de hojas de helecho y flores de colores. Su abuela le encuentra asà vestido en medio del salón y, tras una pausa dramática que deja al lector en vilo, vuelve tras el paso de página con un regalo para Julián: un collar de perlas para completar el atuendo.
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Sirenas es una historia de amor, de comprensión, de cariño. Nos muestra a un personaje tratando de entender aquello que quiere, aquello que le hace feliz. Y al mismo tiempo nos muestra a una abuela cogiéndole la mano y acompañándole en un viaje de descubrimiento. Pero todo ello sucede sobre todo en los resquicios que deja la autora para que el lector se asome, complete y construya. Las palabras presentan un texto que es mÃnimo, lo justo y necesario, como la chispa que dispara la interpretación de las ilustraciones. Las imágenes, absolutamente fabulosas, logran generar ese espacio de ensoñación, cercanÃa, ternura… Tienen las tÃpicas pinceladas aparentemente sencillas y despreocupadas, pero que realmente encierran meses y años de trabajo; los colores, los contrastes, hablan al lector y le llevan al dÃa a dÃa de Julián.
Me gustarÃa destacar también que en esta obra el papel es algo más grueso de lo normal, como con una textura de cartón que aporta un tono café claro sobre el que se construye todo el universo de la historia. No sabrÃa explicar el porqué, pero me encanta el papel. Y por último, evidentemente, el espacio peritextual que ofrecen las guardas está finamente pensado a modo de prefacio y epÃlogo, el antes y el después de la historia.
Sirenas es un libro que hay que ver, hay que leer, hay que tocar. Por la belleza de las ilustraciones, por la fineza con la que está elegido el texto y por la sencillez con la que logra plantear una conversación compleja. Y por muchos otros resquicios que probablemente descubra cada lector en su encuentro con el libro.