Semillas bajo el manzano

Javier Fernández Jiménez: Semillas bajo el manzano. Ilustr. Saskia Huiskamp Pajerols. Madrid: Istarduk, 2023. 215 pp.

Cuando estuvimos en el Museo del Holocausto en Berlín, la sensación fue la de haber estado armando historias de las vidas (y muertes) de muchas personas a partir de fragmentos: unas cuchillas de afeitar expuestas en una vitrina evocaban un rostro; unas cartas desplegadas junto a sus sobres maltrechos representaban una relación o un amor; unas fotografías desvaídas eran todo lo que quedaba de unos cuerpos, unos deseos, unas frustraciones. Fogonazos de realidad que construían el paisaje completo de unos años que fueron de horror… y también de heroísmo.

La novela Semillas bajo el manzano nos parece el mejor libro, hasta ahora, de Javier Fernández Jiménez. Reconstruye la vida de Irena Sendler, «una de mis heroínas reales favoritas», según nos confiesa, en los años más duros del gueto de Varsovia. Mostrándonos retazos de las vidas de Irena, de Janusz Korczak, y de otros personajes (unos reales, otros imaginarios), nos evoca aquella historia igual que, para nosotros, lo hizo el museo. Son capítulos cortos que saltan de tiempo y de punto de vista, fragmentos polifónicos para armar que exigen un lector activo, consciente y avezado.

Es una historia dura y necesaria la de Irena Sendler. Hay violencia, hay muertes y hay dolor. Con muy buen criterio, el autor ha introducido la voz y la historia ficticia de David, un niño del gueto que es rescatado y ayuda a su rescatadora en su maravillosa y arriesgada misión. Junto a la compañía de una traviesa lagartija, llamada Zacarías, ablanda la dureza de la novela y la acerca a los ojos de los lectores (el libro se recomienda a partir de 11 años). También las ilustraciones, con una estética que no deja de mostrar ese mundo oscuro de la Polonia de 1942, se centran en los niños y los colocan como protagonistas.

La novela es potente e inspiradora. Hace creer en la valentía, en la amistad, en el sacrificio por una causa y en el crecimiento ante las adversidades. El autor quiere dejar mensaje, y en su prosa trabajada deja también caer mensajes de esperanza que mueven a la acción: «A veces el primer paso es el complicado, después todo es mucho más sencillo» (43), «Empieza por lo primero, Irena. Eso es siempre lo más difícil, la primera vez, después las cosas salen solas. Ya lo verás. Solo con que salves a un niño, ya habrás hecho más que la mayoría» (59).

Seguro que después de leerla dan ganas de conocer algo más sobre Irena Sendler y su valentía en el gueto de Varsovia… Conociéndonos a los lectores, al final del libro se han incluido algunas informaciones extra sobre la época y los hechos reales contados en la novela. Un acierto.