Antes estaban los dinosaurios

Gek Tessaro: Antes estaban los dinosaurios. Madrid: Liana, 2022. pp.

Estamos ante un álbum que es un festival de color. Las ilustraciones con piezas de papel pintado, semejando collages, representan un jurásico carnavalesco y alegre. Diferentes tipos de dinosaurios van apareciendo, y hasta los depredadores, con su aspecto simpático, disimulan su fiereza.

El libro parece tener como objetivo principal hacer esta presentación libre pero reconocible de diplodocus, brontosaurios, estegosaurios, tiranosaurios… El mundo caótico y extraño de la prehistoria se nos muestra de un modo divertido y ameno, sin pretensión realista. Gek Tessaro atesora fama como ilustrador y sus imágenes han merecido numerosos premios, y aquí se luce.

En contraposición a las ilustraciones, el texto no es lo mejor del libro. Hemos cotejado el original en italiano y no se trata de un problema de traducción (que es correcta), como puediera pasar en otros libros escritos en verso. A las estrofas de Tessaro les falta una pizca de gracia adicional. Tiene estrofas entretenidas, es cierto, pero suena un poco forzado, poco fluido, hilado apenas, irregular en cuanto a la rima, inconstante en cuanto a la longitud y el ritmo de los versos.

Tener un cuello largo

Un cuello exagerado

Es una gran ventaja

En un mundo complicado

 

Qué quieres que te diga

Si te soy sincero

Ni sabía con certeza

Dónde tenía la cabeza

Una cosa llamativa es que se ha optado por no utilizar puntuación, y los versos comienzan todos en mayúscula. Esta ruptura de los convencionalismos habituales de la poesía en español, ¿no resulta una dificultad añadida para la lectura y la interpretación del texto por parte de los niños, innecesaria desde el punto de vista estilístico?

La rima consonante actúa como un trazo grueso que dibuja el poema, y es un recurso útil en la poesía infantil para marcar sonoridades. En este libro resulta muy efectiva en ocasiones, pero al mismo tiempo vuelve difícil evitar algunos ripios (mundo / meditabundo, cabal / igual) o imperfecciones en alguna estrofa con versos que quedan sueltos sin rima.

El autor quiere concluir con una moraleja que es un salto mortal: de la experiencia del jurásico podemos sacar que se puede acabar con el cambio climático y con las guerras. Se insinúa que los dinosaurios desaparecieron porque no iban al cole ni pudieron aprender, y que nosotros estamos en un punto semejante, pero podemos evitar la extinción, dado que somos racionales y tenemos colegios donde estudiar. ¡Ay, pobres dinosaurios, que se les culpa de su desaparición!

Sí es bonito, para terminar, que haya una página en blanco al final que nos invita, haciendo carne la alegoría, a plasmar un futuro de no-extinción, un “algo nuevo” para el mundo. Nos gustaría mucho ver qué dibujan los niños en esta época de colapso.