La casa de los ratones
Schaapman, Karina:Â La casa de los ratones. Barcelona: Blackie Books, 2015. 64 pp.
Hace un tiempo leà una reflexión acerca de cómo, en nuestra época de prisas y «cortoplacismo», nadie planearÃa un proyecto como las catedrales medievales, cuya construcción podrÃa durar varios siglos, y cuya primera piedra se colocaba sabiendo que uno no llegarÃa vivo a ver la última. Las catedrales son impresionantes, pero ¿quién querrÃa hoy empezar una obra que llevara tanto esfuerzo? Es un pensamiento triste. Pero esta semana, en cierto modo, el libro de Karina Schaapman me ha servido de antÃdoto contra esa idea.
Cuando se lo mostré a mi madre, me dijo: «¡qué santa paciencia ha tenido la autora!». En efecto, ¡eso es lo que tendemos a pensar los adultos cuando vemos algo asÃ! La autora ha tenido la paciencia de dedicar meses y meses (7 años, en realidad) a construir una casa de muñecas artesanalmente, para sus pequeños ratones hechos de tela. Bueno, en realidad no es solo una casa, es todo un barrio vertical, que nos suscita parecidos con las casas «amontonadas»  del puente Viejo de Florencia, mezcladas con la macedonia de voladizos, habitaciones colgadas, escaleras y patios suspendidos de algunas casas de Cuenca o de Pont-en-Royans.
Cuando se lo mostré a mis hijos, dijeron: «es una locura» y «¡me encanta!». Eso es lo que suelen pensar los niños cuando ven algo asÃ.
¿Y ustedes?:
Cuando una artista se junta con un libro, el libro que resulta es fácilmente una obra de arte. La casa de los ratones lo es en la categorÃa de manualidades y fotografÃa. Hay una cosa cierta: más que cuentos acompañados de imágenes, son imágenes acompañadas de cuentos. En las páginas se muestran fotografÃas de rincones y habitaciones del edificio, en los que hay siempre ratones de tela realizando sus actividades: comprar en la tienda, poner una colada de ropa, tocar música, etc. Sam y Julia son los protagonistas, dos niños-ratones aventureros y curiosos, a los que vamos siguiendo también por medio de la narración de sus historias.
Los cuentos de Sam y Julia fueron surgiendo, según nos dice la contracubierta del libro, «como por arte de magia mientras construÃa la casa». Es esta una información muy valiosa, pues demuestra que una casa de muñecos no tiene vida hasta que no se construye una «biografÃa» sobre ella, a través de vidas (imaginarias) de los personajes que la habitan. Las correrÃas de Sam y Julia por el edificio no son extraordinarias. Están basadas en la propia experiencia de la autora como madre, según ella misma relata. Y si bien es cierto que nos mantienen entretenidos, si tenemos que ponerles un pero serÃa su «normalidad» estilÃstica, pues a veces resulta escasamente hábil para la seducción literaria. Schaapman confiesa que la inspiración le vino de un clásico holandés, de tÃtulo homónimo, escrito por Clinge Doorenbos; no parece estar traducido, asà que dejamos que algún  lector holandés nos indique cómo es la relación intertextual que guarda con aquél.
Volvamos y quedémonos, pues, con la maravilla de la casa. El libro mide 26 x 30 cm, asà que no esperemos conocerla por completo, pues la construcción mide casi 2 x 3 metros. Es deliberado, nos dice su autora: los niños no conocen el mundo al completo, ni les interesa; su mundo es su barrio con el que tienen contacto inmediato. Schaapman nos muestra en las fotografÃas lo que basta para desatar la imaginación. Y es que la propia arquitectura de la casa está destinada a ello: no es racionalista, sino orgánica, pensada para recrear en ella la fantasÃa: escaleras, huecos de escaleras, pasillos, callejones, voladizos, pilares que parecen troncos de árbol, puertas semiescondidas, altillos y desvanes.
A la autora le gustarÃa que los niños se sintieran espoleados a crear su propia casa de ratones. Basta leer el libro y sus fotografÃas (para inspirarse), y luego unas cajas de cartón para empezar a construir. Más tarde, tal vez unos palos de polo para las tarimas del suelo, bombillitas gastadas para hacer botellas, tapones de corcho para hacer barriles… Si se necesitan más ideas, pueden recibir las de la propia autora aquÃ. ¡Y disfruten!