¡Pobre mamá!

¡Pobre mamá!

Vanesa Pérez-Sauquillo (autoría), Miriam Cordes (ilustración). ¡Pobre mamá! Madrid. Editorial Bruño. Colección Cubilete. 2013

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La reconocida poeta Vanesa Pérez Sauquillo (Premio Ojo Crítico de Radio Nacional (2012), Premio Arte Joven de la CAM (2006) entre los últimos) nos introduce en el mundo y la mente de una niña pequeña.

Su interpretación por el mundo real, desde su originalidad, delicadeza y creatividad es como un jarro de agua fresca. El amor que siente hacia su madre, cómo lo vive y disfruta desde su egocentrismo, nos acerca a esa realidad infantil diaria.

En este gran álbum ilustrado con fantásticas imágenes a todo color, apaisadas, ocupando el espacio como debe ser, reflejando a la perfección que la casa la ocupan los niños y sus «trastos», nos encontramos un modo de ver la vida y de vivirla. Sólo con la portada adivinamos ese punto de juego que rodea a los niños, con su capirote en la cabeza, sus cables enredados y sus pinturas «rupestres», pero con el acompañamiento indefinido de su madre en el retrato de la pared. Porque una niña es una niña, y a esta edad su madre es su mundo. Porque es una oda al amor de madre y al amor de hija, porque sin las madres las niñas estaríamos perdidas, sin referentes.

¿Cómo se puede disfrutar más que desde la inocencia de alguien que sólo quiere disfrutar?¿Cómo se puede vivir mejor que viviendo?

Lo mejor de este álbum es sin duda la cara de felicidad de la madre cada vez que contempla a su hija, lejos de salir despavorida por las circunstancias, lejos de enfadarse y convertir la historia en un drama, ella disfruta por ver cómo su hija es feliz y como aprende haciendo.

De todo el álbum se desprende un toque de humor, jugando entre las palabras y las imágenes, que nos levantan una sonrisa de oreja a oreja.

Resalta en especial los tonos rojos, llamativos, de las cintas que se pasean por el álbum en varias ocasiones. Se trata del cordel de un gato de juguete que la acompaña a todas partes. Esa pieza móvil, animal y tierna que da muestras de ese ritmo frenético al que nos vemos sometidos los padres, ese ritmo de niños, de no parar, de juego, risas, llantos, gritos, carreras, saltos,…

Pero siempre llega el momento cruel, la realidad más cruda. Llega el momento de volver al trabajo, del cole y de darse cuenta de que se necesitan. Incluso aquí percibimos el toque travieso de la niña, llenando la calle con su creatividad y ganas de vivir.

Y, sobre todo, la niña nos descubre una gran verdad:

¡ Pobre mamá! ¡Cuánto se va a aburrir sin mi!