Ladrón de gallinas

Ladrón de gallinas

Béatrice Rodriguez: Ladrón de gallinas. Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2009

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En un idílico claro del bosque, un conejo y un oso disfrutan de una apetitosa comida rodeados de tranquilidad y de otros animales cuando llega un zorro y se lleva una gallina. Por supuesto, el oso, el conejo y el gallo no se resignan a tal vileza, así que comienzan una frenética persecución detrás del zorro, de día y de noche, por tierra y por mar, para salvar a su amiga de un trágico final (al menos eso es lo que parece pensar ellos). Al borde de la extenuación  llegan a la guarida del zorro, dispuestos a rescatar a como dé lugar a la pobre gallina. Pero en este libro sin palabras nada es lo que parece y en un final sorprendente descubriremos un cálido hogar y que el zorro no se llevó a la gallina para comérsela sino porque están enamorados y quieren vivir juntos.

Béatrice Rodríguez es la autora de este trepidante álbum ilustrado sin texto en el que el juego con lo esperado, con lo que tradicionalmente asociamos a determinados personajes consigue realzar una historia cuanto menos peculiar.

Aun sin palabras, la historia está perfectamente secuenciada, destacando la tensión y el ritmo que la autora consigue a través de sus ilustraciones, sencillas, con colores densos unas veces, brillantes otras, con interesantes juegos de planos que ponen el centro de atención en determinadas situaciones que van poniendo en aviso al lector de que tal vez lo que haya presenciado no haya sido un robo y pocas cosas sean lo que parecen, páginas estas con toques de humor por la presentación de imágenes con puntos de vista muy diferentes: los de los rescatadores y los de los perseguidos.

Además de la construcción de la trama, uno de los puntos fuertes del álbum, Ladrón de gallinas está cargado de pequeños detalles,  de momentos para fijar la atención y dejar volar la imaginación. Es un libro muy adecuado para la etapa de infantil, una buenísima oportunidad para re-crear la historia, para fomentar la lectura autónoma o la creatividad del lenguaje.

Ya sabemos que no hay que fiarse de las apariencias y que en cuestiones de amor todo es posible, pero no está mal que de vez en cuando se recuerde, especialmente si sólo con imágenes se consigue una historia tan acabada.