Encender la noche
Ray Bradbury (autor), Noemà Villamuza (ilustradora): Encender la noche. Barcelona: Kókinos, 2005. 48 pp.
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Están de moda los tÃtulos para niños de grandes escritores de literatura de adultos. Aquà y aquÃ, en este blog, hemos reseñado algunos. En esa lÃnea, no se nos puede escapar el que hoy leemos.
Ray Bradbury es mundialmente conocido por sus Crónicas marcianas y su Fahrenheit 451, obras maestras en la narrativa de ciencia ficción. Pero como a muchos escritores con hijos, en algún momento sintió la necesidad de inventar historias para ellos. Y asÃ, de los miedos nocturnos de uno, nació Encender la noche (Switch On the Night), en 1955.
La historia es una fabulita de un niño al que le asusta la oscuridad, y que deja de temerla después de su encuentro con la Oscuridad en persona, una niña de cara de luna. SÃ, no es gran cosa como argumento. A los adultos les fascina, pero los niños echarán de menos algo más de acción a cambio de un par de páginas de ambientación.
El lenguaje del texto, eso sÃ, está delicadamente elegido, es sonoro y poético. Posee una cadencia rÃtmica hipnótica a partir de las repeticiones sonoras y del juego de palabras con «nightswitch / lightswitch» (interruptor de noche, interruptor de luz). Pero me estoy refiriendo al original en inglés, que harÃan bien en buscar en lugar de su traducción, si no les incomoda el idioma. Pásmense con esta lectura:
Switch on the Night from Toposcope Films on Vimeo.
Las ilustraciones de este vÃdeo no eran las de Noemà Villamuza en la editorial Kókinos, sino las de Juan Marchesi para una edición argentina de hace cuarenta años (Ediciones La Flor). Son muchos más naïves que las de Villamuza, pero su candidez es encantadora. En las ediciones americanas, es recomendable echarle un ojo a la interpretación de esta obra que hicieron Leo y Diane Dillon, muy onÃricas y escherianas, inspiradoras y raras.
En la edición que reseñamos Villamuza es fiel a su compromiso por el lápiz, dando volumen y contraste a las superficies planas de color. Es una técnica que simula desenfado y esbozo, y el conjunto resulta simpático.