El gato de Matilda

El gato de Matilda

Emily Gravett (texto e ilustraciones): El gato de Matilda. Barcelona: Picarona (ediciones Obelisco), 2014. Traducción: Joana Delgado.

 

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Un entrañable álbum ilustrado creado por la sensibilidad de Emily Gravett y publicado por el sello infantil de Ediciones Obelisco, Picarona. Matilda está convencida de que a ella y a su gato les gustan las mismas cosas: jugar con ovillos de lana, montar en triciclo, disfrazarse, las meriendas, subir a los árboles, leer cuentos antes de dormir… Pero parece que el pobre animal no disfruta con nada de eso, ni siquiera con las que le gusta a cualquier gato (¿a qué gato no le gusta jugar con un ovillo de lana?), más bien parece que algunas situaciones incluso le asustan. Esto desconcierta a Matilda tanto como a su gato ver el empeño de la niña. ¿Qué será lo que a él le gusta? No contaremos el final, pues es la gran baza del relato, pero sí diremos que la doble página que contiene el desenlace está cargada de dulzura y resume espléndidamente la relación, el cariño, entre el ser humano y su mascota.

Para narrar esta tierna historia y mover el ánimo de quien se acerca a ella, la autora británica utiliza un recurso de gran efecto en los lectores: la contraposición de los discursos verbal y visual, algo que se consigue de manera más fácil gracias a las particularidades del formato álbum ilustrado. En este caso, además, el contraste entre texto e imagen impregna las páginas de humor, de un humor muy inocente, introduciendo al lector de estas primeras edades en la ironía como recurso expresivo.

El texto es bien sencillo. Plasma lo que Matilda piensa que le gusta a su gato, convirtiéndolo a la vez en una larga lista tachada de todo lo que no le gusta al animal, utilizando una fórmula repetitiva que pondrá expectante al pequeño lector. Formalmente, la tipografía manuscrita viene a sumar a la calidez presente en todo el libro.

El punto fuerte está en las ilustraciones. Además de desdecir constantemente al texto, narra toda una historia paralela sobre Matilda y su gato en la que la expresividad de las caras y los gestos se convierten en un interesante recurso sobre la identificación de emociones y la alfabetización visual.

Por otra parte, la combinación de acuarela y lápices de color juega a favor de la expresividad de las imágenes, a la vez de contagiar al álbum de la atmósfera delicada y dulce que propicia la técnica de la acuarela.

El trabajo de Emily Gravett ha sido reconocido con numerosos galardones. El gato de Matilda es una buena ocasión para disfrutar de esta autora. Sus historias conectan muy bien con los más pequeños y están creadas con gran sensibilidad. Ésta no es una excepción.