Amaranta
Care Santos: Amaranta. Barcelona: Montena (Penguin Random House), 2014. 253 pp. Premio Jaén de Narrativa Juvenil 2014.
Amaranta es una novela que puede encantar a muchas adolescentes por su atractiva temática, su bien dosificada intriga y su estilo cuidado. La historia trata de una chica de 18 años, hija de dos grandes magnates de la banca, que se encuentra en el dilema de aceptar la vida programada que han determinado sus padres para ella, o lanzarse a una carrera como directora teatral y al amor con un chico desconocido y atractivo, Isma. El argumento va deparando muchas sorpresas y giros de tuerca, en paralelo con un extraño sueño que tiene Amaranta, que va creciendo como una bola de nieve hasta resultar trascendental en el desenlace.
En la novela, la protagonista nos habla a un “vosotros” lector desde la primera persona, con un lenguaje adolescente bien construido y creíble: aparecen reiteradamente la incomprensión por parte de los padres, la conocida como “fábula personal” por la que se piensa que las experiencias propias son únicas, el apego afectivo a las amigas (Olga), el desprecio de la hipocresía (de los padres) como valor moral supremo en esta etapa de la vida, los sentimientos puros y la visión dicotómica de las experiencias…
Amaranta (o Mara) es un personaje bastante bien construido, con sus complejidades, sus dudas y sus ideales. Vemos su personalidad completa y nos gusta, quisiéramos acompañarla a lo largo de su historia; ser, en cierta manera, la Olga que comparte sus secretas confesiones.
Desde una perspectiva más crítica, podríamos sacarle el pero de centrarse un conflicto que recuerda demasiado al patrón de Brave, la película de Disney: una “princesa heredera” que desea la emancipación de su destino. Tiene interés, no hay duda, pero suena a ya escuchado. Se echa de menos en la historia, por otra parte, algo más de acción externa; con un argumento sentimental, una acción intimista y una protagonista femenina, el libro se dirige demasiado explícitamente a un sector femenino de lectoras, y limita el interés que puedieran sentir los lectores varones hacia la novela. Finalmente, y no como reproche, la resolución acaba siendo bastante conservadora: los sueños emancipadores de Amaranta se dejan de lado para contemporizar, en cierta manera, con su destino predeterminado, confiando idealistamente en no reproducir las culpas (ya no se sabe cómo pueden ser más malos) de los padres.
Una novela, pues, femenina y muy actual. El tema de los bancos y el contexto de la crisis económica resultan muy cercanos. Se suman a esa actualidad los excepcionales capítulos dialogados por whatsapp: una idea narrativa original y muy bien conducida.