Selma

Selma

Jutta Bauer (autora e ilustradora): Selma. Salamanca: Los Cuatro Azules, 2014, 48 pp.

Lo bueno viene en frascos pequeños; yo no dejo de repetírmelo cuando no logro alcanzar los libros del último estante. Hoy tenemos delante una maravilla que sin duda confirma este dicho. Se trata de un libro de formato muy reducido, casi logro cubrirlo con la palma de mi mano, que llama la atención ya solo con la portada. Un fondo rojo, intenso, saturado, interrumpido por una mancha blanca en el medio: una simpática oveja con pinta de estar de lo más a gusto comiendo un poco de hierba. El autor, el título y la editorial, figuran escritos con delgadas líneas negras que ceden el protagonismo al blanco y plácido animal.

Las guardas ya nos confiesan que este libro va de ovejas, con un zorro que se cuela entre medias. Seguimos pasando páginas y entramos de cabeza en la historia: un zorro con pinta de trasnochado, frente a una copa con unos restos de líquido rosado, en busca de la respuesta a la eterna pregunta: ¿Qué es la felicidad? Quien más y quien menos, todos nos hemos planteado cuestiones similares alguna vez; por eso, cuando el Gran Carnero nos cuenta la historia de Selma como solución a nuestras dudas, la expectación ya está por las nubes.

Pues bien, atentos que aquí empieza el derroche de sabiduría. Selma es una oveja que lleva una vida de lo más ovejil: por las mañanas come hierba y luego se encarga de la educación de sus hijos; por la tarde hace un poco de ejercicio y recupera fuerzas con otro poco de hierba y por la noche charla un poco con la vecina y luego se acuesta y duerme plácidamente.

Tras este repaso a su rutina diaria habitual, aparece una mano blandiendo un micrófono que quiere saber qué haría Selma si tuviera más tiempo en su día a día. Selma contesta muy amable y explica que comería hierba, educaría a sus hijos, haría ejercicio, comería de nuevo, charlaría con la vecina y se acostaría plácidamente.  La mano armada con su micrófono insiste en saber entonces qué haría la linda oveja si ganase la lotería y Selma vuelve a explicarnos que comería hierba, educaría a sus hijos, haría ejercicio, comería de nuevo, charlaría con la vecina y se acostaría plácidamente.

Sencillo, delicioso, sin pretensiones petulantes de dar lecciones de vida. Con unas ilustraciones con humor, con guiños que van más allá de lo que dicen las palabras (como los buenos álbumes ilustrados logran hacer). Con una Selma grandiosa y feliz en el papel protagonista. Creo que voy a escribir a Carla Simón para que haga una película sobre ella; una tan cercana y bonita como Estiu 1993.

¡A las librerías! ¡A las bibliotecas! ¡Al cine! ¡Al teatro! (Disculpad mi exaltación, creo que he leído y visto demasiado estos días…).