Finis Mundi
Autor: Laura Gallego. Finis Mundi. Madrid: SM, 2015. 37ª edición.
Laura Gallego escribió Finis Mundi cuando tenía 21 años. Era su decimocuarta novela. Ninguna de las anteriores había sido publicada antes. Como todo escritor vocacional, muchas las había presentado a premios (también al prestigioso Barco de Vapor), sin resultado. Y, mira tú por dónde, Finis Mundi obtiene este galardón en 1998 por fin. Pero… ¿por qué? ¿Por qué precisamente Finis Mundi y no cualquiera de las anteriores?
No hemos leído las novelas inéditas anteriores de Laura Gallego (que por cierto pueden descargarse íntegras en la página web de la autora) pero tras la lectura de Finis Mundi nos atrevemos a aventurar algunos de los motivos que debieron de convencer a los jueces y editores de SM.
Para comenzar, la novela posee un argumento atractivo y con tintes existencialistas que coloca a un adolescente en el epicentro de la acción: Michel, un joven monje cluniacense, se autoencomienda la tarea de salvar el mundo tras la lectura de las profecías de Bernardo de Turingia que vaticinan la llegada del apocalipsis en el año 1000 a menos que se invoque al Espíritu del Tiempo. Obviamente, no estará solo en esta empresa. Le acompañarán un juglar llamado Mattius, un outsider con mucho encanto y sentido de la justicia social, y Lucía, una joven gallega que se niega a aceptar el destino que a las mujeres de su época y condición social se les imponía y les sigue con la intención de convertirse también en juglaresa.
Precisamente otro de los puntos fuertes de la novela son los personajes. El protagonista con esa ambivalencia tan novelesca de fragilidad física y fortaleza moral; Lucía, la tabernera inetiquetable, sobre la que descansa la carga indudablemente feminista de la novela. Y Mattius, nuestro favorito, hosco y solitario pero con un alto sentido moral y el corazón de un niño de 6 años. El triángulo está servido y, sin embargo, Gallego no cae en obviedades. La historia de amor que anuncian las etiquetas que la edición de SM tiene en la contraportada no aparece hasta el final y prácticamente solo como prolepsis o flashforward.
Argumentalmente hablando, Finis Mundi es, pues, una bildungsroman (novela de formación), pues seguimos a Michel en los años cruciales de su paso de la adolescencia a la madurez. Al mismo tiempo, se nos presenta en forma de un trepidante relato de viajes y aventuras no exentas de ciertos toques fantásticos. Acompañamos a los protagonistas a través de Aquisgrán, Galicia y Gran Bretaña en busca de los tres ejes del pasado, presente y futuro que posibilitarán la invocación del Espíritu del Tiempo. Pero no están solos: en el camino irán topándose con caballeros de órdenes satánicas, distinguidas damas que no son lo que parecen, y meigas y druidas que hacen posible que en la novela se armonicen la religión y la mitología creando curiosas sinergias.
Por otra parte, Gallego sabe entretejer además un sutil entramado de intertextualidades. Algunas posiblemente buscadas, como la transformación del joven y frágil Michel en el portador de los poderosos ejes del tiempo,lo cual lo conecta instantáneamente con el Frodo de El señor de los anillos. Algunas quizás más inconscientes o casuales como el parecido de Michel con el Jack de Los pilares de la tierra.
Sin aportar, pues, grandes novedades argumentales o estructurales la novela engancha, y mucho. Como las buenas recetas, Gallego sabe combinar con acierto la modernidad (la justicia social, el feminismo) con la tradición literaria (la combinación de ficción medievalizante con elementos fantásticos tan propia de lo que se ha denominado “alta fantasía”), dosificar el suspense y manejar la acción para que no decaiga.
Sin embargo, me atrevo a aventurar que lo que, por encima de todo lo anterior, debió de encandilar a jueces y editores es su manera de introducir la Historia en el relato. Finis Mundi no podría entenderse sin su manera de entretejerse con la historia de la época en que se ambienta. Para comprenderlo debemos leer con atención cada dato histórico que la autora nos proporciona (no en vano, Gallego se doctoró en Literatura Medieval). Desde los reyes que reinaban, las guerras y conquistas de la épocas, el sistema feudal, el papel de los juglares en la Historia de la literatura oral o la situación de la mujer.
Las lecciones de Historia implícitas en la trama también explican, probablemente, que Finis Mundi sea una de las novelas de autora española actual más mandadas en la enseñanza Secundaria. No tiene nada de malo, desde luego, si al incluirlas en los programas de Secundaria no olvidamos que Finis Mundi es, sobre todas las cosas, una magnífica novela juvenil de aventuras que, al mismo tiempo, otorga a los adolescentes la oportunidad de hacerse preguntas sobre el papel del ser humano en el mundo; y por extensión sobre el papel que juegan ellos de manera individual. Por ello, si nosotros, como adultos, lo leemos solo como una oportunidad de encajar una lección de Historia a través de un libro, estaremos echando a perder una oportunidad única de crear en nuestros adolescentes verdaderos hábitos lectores.