Los robots no tienen prisa

Los robots no tienen prisa

Alberto Pieruz (autor). Los robots no tienen prisa. Algar editorial. 2017

 

Comenzar este álbum y preguntarnos ¿la prisa invade nuestras vidas? ¿tendrán que llegar los robots para darnos lecciones de humanidad?

Desde luego, esa portada inicial que combina la inocencia de un niño pequeño con un gigante robot, donde se mezcla la idea fundamental del libro del paso del tiempo y donde cada personaje tiene exactamente el lugar que le corresponde en la historia nos hace entrever, imaginar y prever el posible contenido de la lectura. ¿Y si hacemos esta rutina previa antes de la lectura? ¡Imaginad que sucederá una vez empecemos!

Aunque la ilustración no sigue una métrica definida, parece que todos los elementos están colocados al azar por falta de «reglas o líneas» todo tiene un perfecto orden, de acuerdo al paso del tiempo del que se quiere dejar constancia. En las contraportadas aparece una secuencia de relojes diferentes marcando todos la misma hora que, no se si a propósito, te acelera el corazón e impone su presión. Es como una preparación a lo que vendrá: una historia muy británica por aquello de la puntualidad que tiene reflejos horarios hasta en el nombre de sus protagonistas. En contraste un niño, libre, inocente, despreocupado, únicamente con ganas de jugar. En contra, un horario excesivamente rígido para sus fines.

De pronto, llega Robogante a sus vidas. Es el momento en que todo cambia, se toman nuevas decisiones en la historia y se llegan a nuevas conclusiones o consecuencias.

Una oda a la libertad bien llevada, a las normas no opresivas, al corazón desde diferentes puntos de vista: el adulto, el niño y el tecnológico. El mismo artilugio que desencadena el caos es el que lo vuelve a poner todo en orden.

¿Serás capaz de sacar tus propias conclusiones?