Novedades en la Feria del Libro de Madrid 2018

Avisemos: vamos a escribir sobre la Feria del Libro de Madrid, así que pongamos todos los tópicos al principio, para dejar la carga y luego poder seguir relajadamente.

Uno. En la Feria del Libro de Madrid, año 2018, en el parque de El Retiro, llovió. En efecto, como todos los años. Esos días de lluvia, los libreros y editores sufren tras los mostradores y arañan las tarimas con las uñas de los pies, y remiran a los pocos que curioseamos bajo el cielo de tormenta, y nos dicen: «si lo malo no es que llueva durante la mañana o la tarde, lo malo es que llueva a la hora de levantarse, que es cuando la gente hace planes y decide si vendrá o no».

Dos. En la feria del libro hay un montón de autores firmando sus criaturas. La mayoría poco conocidos, pero siempre entusiasmados y esperanzados. Para ellos la Feria es un escaparate y como en tal se ponen, quietos, mirando al infinito cuando no hay nadie haciendo cola, maniquíes de las letras. Nos hizo gracia la boutade el cartel de Trama Editorial: «Hoy no viene a firmar ningún autor», y al lado: «Y mañana tampoco». (Hablando de carteles, también el de Libros del KO: «Aquí no se vende Fariña«, en alusión a su libro secuestrado.)

Tres. Como todos los años, hay un país invitado. Este año es Rumanía, «tierra de grandes bosques». Hay alguna caseta con poesía rumana, varias fotos en el Paseo de Coches, y en la caseta infantil media docena de libros ilustrados en rumano. Por lo demás, el país protagonista en los puestos de venta es el nuestro, o quizá algún planeta de Star Wars, que también funciona bien de gancho en los mostradores.

Dicho esto, un paseo por la Feria del Libro de Madrid 2018 sí nos deja al menos dos novedades importantes y muy relevantes para los interesados en la Literatura Infantil y Juvenil. 

La primera, el tirón de los libros feministas (¿postfeministas?) para niños (¿para niñas?). Son muy frecuentes los puestos en los que estos libros están agrupados, en plan «¡eh, mira, esta es la sección de libros feministas para la infancia!». Hemos podido hacer alguna foto de ello.

Y nos ha llamado la atención incluso que, aunque hace unos días, en la sección que llevamos en M21 Radio dijimos que Pippi Calzaslargas, de Blackie Books, no se había reeditado, nos hemos topado con que sí, pero con una cubierta diferente y con una pegatina que, créannos, nos ha parecido curiosa: «Las niñas al poder». 

 

 

¿Llegaremos a ver que estos libros (u otros sobre y de mujeres) en un futuro próximo no sean una sección, ni sea necesario llamar la atención sobre ellos?

 

 

La segunda novedad, de la que muchas editoriales hablaban en seguida a los compradores, es la de la creación del grupo «¡Álbum!». Es una especie de lobby de editoriales comprometidas con aumentar las ventas, digo la presencia, de los álbumes ilustrados, que son caros de editar, y la verdad es que la apuesta hace que merezca la pena un compromiso común. Repartían a cada comprador un manifiesto con un catálogo. Kalandraka, Bárbara Fiore, Edelvives, FCE, y otras grandes no incluidas (de momento), por cierto. Y en el manifiesto algunas grandes verdades, relacionadas con el doble código visual y verbal de la lectura, o con la dimensión estética de los álbumes. Ojalá todos los álbumes que se publiquen desde ahora sean buenos, también narrativa o poéticamente (para nuestro gusto, muchas veces flaquean en estos puntos), y «enriquezcan la sensibilidad artística», y «nos reconozcamos en las historias», y «las imágenes escondan pistas y detalles» y «nos inviten a ser reflexivos», como dice el manifiesto… y que aquí podamos reseñarlos.

¡Hasta 2019!