Max dice buenas noches

Max dice buenas noches

Ed Vere. Max dice buenas noches. Barcelona: Editorial Juventud, 2018, 32 pp.

Otra vez Ed Vere. Cautivados otra vez. Prendados de sus historias, de Max, del entrañable gatito. El pequeño personaje que nos permite acompañar su descubrir el mundo. Verlo, por primera vez, a través de sus ojos. Divertirnos, junto a él, mientras aprende y plantearnos, desde la frescura del juego, el ser de las cosas. Nos sorprendió con su alado compañero, descubriendo y construyendo la amistad. Y nos divierte, ahora, con el disparatado viaje hacia la cama.

De nuevo Ed Vere, con su estilo inconfundible. Vivos y planos colores, llamativas láminas saturadas de color reclamando la atención. Escenas con escaso decorado, desprovistas casi de mobiliario, traen el personaje a primer plano. Sus dudas, sentimientos o pensamientos. La mirada del lector queda atrapada, sin posible distracción, en las acciones del protagonista. Acciones, absurdas por momentos, que traducidas en cómicas situaciones plantean cuestiones más que interesantes. Y así, Ed con estilo reconocible nos entretiene, nos divierte y nos hace pensar.

Max dice buenas noches. Y es que el gatito está muy cansado. Se bebe la leche, se asea y se retira a su cama. ¡Ah! Y da las buenas noches. Al Pez, a la caja, a la Araña y a la Luna. ¡La Luna! ¡Pero, ¿dónde se ha metido?!

La obra parece tratar de alumbrar, aportar un poco de luz sobre la misteriosa transformación que sufre el camino hasta la cama cuando se trata de gatitos pequeños. Un trayecto corto, casi recto y a través de vías rápidas en el universo adulto, se transforma en el mundo infantil. Dúctil y maleable, dibuja un extenso recorrido, con innumerables idas y venidas, sinuosas trayectorias, revueltas imposibles que alejan, más y más, la cama. Las distancias se dilatan, se eterniza el viaje.

El adulto que busque en la obra la formula que abrevie el camino a la cama,… no la ha de encontrar. Es una quimera. Pero, si sabe buscar hallará paciencia, otra disposición. Una imagen de los niños acarreando un gran saco de amor. Amor que han de gastar, se ha consumir. De ahí tanto ir y venir para poder, por fin, dormir.

Y a los niños, a esos caminantes nocturnos, Max les revela un gran secreto: el amor puede viajar con el pensamiento. ¡Que aunque no lo creáis es un gran adelanto!, pues evita calzarse los botines para llevar un poquito de amor hasta los más lejanos confines.

Max y Ed nos obsequian, otra vez, maravillosos momentos de lectura y complicidad. Max y sus alocadas aventuras. Ed Vere y su estilo divertido. Nos alegran. Nos entretienen. Nos enseñan. Pensar, hablar, reír y pasar un buen rato. ¿Hay algo mejor?