Entrevista a Ana Pérez de Cámara

Entrevista a Ana Pérez de Cámara

Ana Pérez de Cámara es la autora de Víctor y Victoria: la aventura de explorar, un libro educativo que hemos reseñado hace poco. Es maestra, experta en creatividad y tecnología educativa, y directora de la web Maetiva – Maestr@s en Educación Creativa. Hemos tenido la oportunidad de charlar con ella y no hemos querido desaprovecharla, para conocer más a fondo la ingeniosa «trastienda» que hay en el origen y en la realización de su libro.

P. El libro lo protagonizan unos duendes que son niños, y que deciden convertirse en exploradores. Esa relación entre niños, duendes y exploradores, ¿es una relación natural y necesaria?

R. Para mí que un niño explore es vital para su desarrollo. Explorar implica un descubrimiento, y el aprendizaje por descubrimiento es esencial. En el cole debería ser así… debería. ¿Y lo de que sean duendes?… Pues sí, los niños son chiquititos, pero no por ser niños no son capaces de descubrir cosas increíbles y de tener una lógica que nos suele sorprender.

P. Llama mucho la atención que las siluetas de los personajes estén solo esbozadas, sin colorear y sin detalles. ¿Por qué has querido que los personajes sean de este modo en las ilustraciones?

R. Verás, yo soy maestra, y una de las cosas fundamentales para mí es la expresión artística. Me sucede que, ejerciendo como maestra, si al principio a los niños les presentaba un folio en blanco me preguntaban: «¿Pero puedo pintar lo que quiera? ¿Puedo usar el amarillo?…». En realidad, pautamos tanto a los niños, les acotamos tanto, que no son libres para hacer un simple dibujo con lo que ellos quieran expresar, para explicarte a su modo lo que han querido realizar. Están esperando hacerlo bien, la aprobación según la perspectiva del adulto, y no hacerlo como ellos quieren y que te convenzan con su lógica. Para mí esas siluetas en blanco permiten la libertad del niño para imaginar al personaje a su manera. Porque… ¿por qué tendría que ser rubio? ¿Porque a mí me gusta?

Y también quise hacerlo por romper el tabú del cuento ilustrado, como un libro que está en la estantería y no se toca. Yo quiero que los niños pinten esos personajes, o coloquen su foto en ellos si se sienten identificados… Creo que los cuentos tienen que ser un vehículo para la imaginación, y para eso los niños tienen que poder tocar el libro. Disfrutar del cuento manipulándolo.

P. El libro lo has querido realizar como un material de aprendizaje también. Parece que hay mucho en la historia sobre estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples… ¿Querías hablar de eso en el libro?

R. Sí. Pero la primera finalidad del libro es que les entretenga y, después, que pueda ser un recurso para el maestro. Se habla sobre el desarrollo de las inteligencias múltiples y del desarrollo emocional. En la escuela hay mucho de matemáticas, de inglés… pero ¿qué pasa? ¿Luego entre los adultos no hay músicos, no hay literatos, no hay pintores? En el libro se trata de mostrar que las personas tenemos muchas habilidades y que esas habilidades pueden ser distintas.

P. ¿Te planteaste que hubiera una tesis de fondo? Parece que te interesara mostrar que el ensayo-error no es la única forma de aprendizaje, ya que los personajes están intentando una y otra vez hacer algo que no les sale, y no les va a salir por mucho que se esfuercen ellos solos en hacerlo. Necesitan a lo mejor una ayuda desde fuera, o cambiar de actividad…

R. Sí, desde mi punto de vista, los duendes Víctor y Victoria son un poco maestros. El maestro tiene que apoyar y ayudar, no tiene que hacer las cosas por el niño. Para mí un buen maestro es el que guía al niño a descubrir ese aprendizaje. Y me interesaba también hacer pensar a niños y adultos sobre este tema.

He de resaltar también que, en ocasiones, nos empeñamos en terminar nosotros solos las tareas que nos han asignado. Y esto nos causa frustración si somos incapaces de realizar dichas tareas. Por lo que nos desmotivamos, nos enfadamos… ya que queremos demostrar que somos válidos. Es bueno que se enseñe desde pequeño a intentar hacer las cosas, a mostrar interés, pero en caso de que no puedas (por algún motivo), que seas capaz de pedir ayuda o saber tus virtudes para ayudar al grupo de otra manera. 

P. ¿Es difícil de equilibrar eso que has mencionado antes: la diversión leyendo el libro, por un lado, y el aprendizaje, por otro? ¿Te has sentido cómoda en ese equilibrio entre literatura y material educativo?

R. Me he sentido cómoda, ya que los maestros estamos acostumbrados a inventar o diseñar materiales para mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos. En cuanto al cuento, me gusta explicarlo. Me ha pasado que cuando adulto ve este libro en una librería, no le sorprenda o no le atraiga demasiado. Incluso algunos libreros han estado reticentes. Sin embargo, los niños lo reciben gustosos, sobre todo las siluetas en blanco.

P. ¿Te ha sucedido alguna reacción de este tipo con libreros?

R. Sí, porque por ejemplo, he querido hacer un tipo de dibujo imperfecto, que a los niños les resulte familiar… Y los niños lo reciben muy bien, pero a los libreros les choca. ¿Por qué? Porque no pensamos en lo que les puede gustar a los niños, sino en el libro perfecto, que atraiga a los adultos, que son los que van a comprar el libro.

P. ¿Crees que ha influido en esto el peso creciente en el mercado infantil de los álbumes ilustrados, y el libro como objeto casi artístico?

R. Claro, hay una línea que quería romper con mi libro. Los álbumes ilustrados son preciosos, me encantan y tengo mi colección. Pero tienden a ser alejados de los niños, aunque solo sea porque han costado 20 o 30 euros y tememos hasta que los arruguen. Así que inconscientemente alejamos a los niños de los libros. Por eso quería que los niños pudieran pintar mi libro, porque para ellos un libro es un tesoro que necesitan poder manipular.

Y a veces me duele que digan que este es un libro para Infantil, para 3 años. ¡No! Es un cuento que puede funcionar con niños mayores. El otro día en un taller había una niña de 10 años más emocionada con el libro que los de 3.

P. Hmm… los gustos de los niños y los de los adultos. ¿Y la editorial lo entendió bien?

R. La editorial lo entendió bien y apostó por él porque era algo novedoso. Lo publicaron en la colección de 5 a 9 años, porque comprendieron la idea. Aunque el libro funciona con niños de edades muy diversas, y eso es lo que me hace sentirme orgullosa.

P. El libro incluye al final una doble página con ideas para aprovechar el libro. ¿Vas a complementar el libro con más recursos?

R. Estoy en ello, también a través de mi web. Hay, por un lado, actividades para los niños sobre este mismo cuento; pero, por otro lado, quiero que los maestros puedan usarlo de ejemplo de cómo trabajar muchos contenidos a partir de un libro, que puede ser no solo este, sino cualquiera que sea su libro favorito. Creo que hay gente muy buena en las aulas, pero que no saben a veces cómo sacar el material. Para hacer todo esto estoy hablando también con otros especialistas, para que me den sus opiniones.

P. ¿Qué tal la relación con la ilustradora que ha seguido tus directrices?

R. Muy buena. Ella se adaptó mucho, y me «aguantó» todo lo crítica que fui. Le pareció un reto interesante ya que las siluetas en blanco de los personajes obligaban a equilibrar el color de la página, porque comían el color de lo demás. Como yo soy diseñadora gráfica, distingo cualquier tono de verde, de azul… y soy muy estricta con eso porque me encanta. Incluso salió una tirada mal de color y dije a la editorial que eso no se vendía. Todos esos ejemplares se acabaron donando a asociaciones. Y la tipografía se ha seleccionado para facilitarle la lectura a los disléxicos.

P. Caray, está todo pensado. ¿También lo están algunos detalles que sorprenden, un poco crípticos, como una cuchara suelta, o el soneto 130…? ¿Qué son esos detalles? ¿Qué hay de ti en el libro?

R. Ja, ja, ja. Sí, hay muchas cosas… Hago las cosas para disfrutarlas yo también, la verdad, y estos «mensajes ocultos» son personales, y mi familia lo sabe, por ejemplo. El soneto 130 que dices es un homenaje a mi actor favorito, Alan Rickman, cuando está leyendo el soneto 130 de William Shakespeare en la película Sentido y sensibilidad. Hay muchas cosas de Alan, y a mí eso me hace gracia y me sirve para explicar el libro con más ilusión aún.

P. ¡Qué curioso! ¿Y qué más hay?

R. La cuchara del principio, por ejemplo. Que además, los niños siempre la ven y me preguntan, y yo cada vez me invento una cosa nueva para contarles. Es la cuchara de la película Robin Hood, cuando Alan Rickman dice que le va a sacar el corazón con una cuchara… ja, ja, ja.

P. Pues vayamos terminando, y vayamos para eso al final del libro. La última frase es «Y una aventura nueva les esperaba». ¿Has pensado en continuar las aventuras de Víctor y Victoria?

R. Esa frase también está como recurso didáctico porque les da pie a los niños a inventarse una nueva historia con estos personajes. Y bueno, no tengo pensado una segunda parte (ahora estoy con otros proyectos) pero tampoco lo he desechado. Es una manera de dejar una puerta abierta por si lo continúo.

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