Lola y el monstruo

Nadia Shireen: Lola y el monstruo. Madrid: Kókinos, 2018. 32 pp.

Lola y el monstruo es un cuento que nos recuerda ligeramente a la historia de El Grúfalo de Julia Donaldson puesto que comparte una estructura formulística al inicio y al final de la historia y por la necesidad de la protagonista de ingeniárselas para evitar que el monstruo se coma a sus amigos, aunque la parte versada no aparece en ningún momento y las imágenes le aportan un carácter propio.

La historia se enmarca en el bosque donde la protagonista y su mascota suelen pasear. Cuando, de repente, tras ser sorprendidos con la desaparición de sus amigos, son capturados por un monstruo que pretende utilizarlos a todos para cocinar un caldero de sopa terrorífica. El ingenio y la creatividad de la protagonista le permite improvisar toda clase de divertidas excusas para salvar a sus amigos de terminar en estómago del monstruo.

La construcción narrativa muestra una estructura clásica en la que la protagonista y el problema son presentados de manera atractiva con una fórmula introductoria, la resolución del problema planteado incluye elementos de humor adaptado a las reglas de la realidad infantil, permitiendo que el lector sea capaz de comprenderla, y termina con un final feliz en el que todos los animales regresan al bosque repitiendo la misma fórmula del inicio del cuento.

El lenguaje empleado por la autora es sencillo y preciso, incluyendo diálogos rápidos y naturales con claras indicaciones del personaje que interviene, manteniendo la voz propia de los personajes en todo momento, lo que facilita y dinamiza la lectura.

La obra focaliza en el sentimiento de amistad que mueve a Lola a proteger a los animales del terrorífico monstruo, logrando que este termine lejos del bosque, donde no les puede hacer daño. La autora ha querido romper con el tradicional héroe que salva a todos, demostrando que pueden ser heroínas las que se salven no solo a ellas mismas sino, también, a sus amigos, en este caso pintados como animales personificados que necesitan ayuda.

Las ilustraciones llenas de color no solo amplían la información proporcionada por el texto completando detalles que este no menciona, sino que aportan carácter y personalidad a la historia. La combinación de imagen y texto funcionan de manera armónica facilitando la lectura y resaltando de manera evidente aquellas imágenes que proporcionan una información relevante no mencionada en el texto.

Se trata de un álbum ilustrado que puede ser empezado a leer a partir de los 5 años puesto que la secuenciación tanto del texto como de la imagen es clara y evidente, la linealidad de la historia y el lenguaje sencillo permiten al lector seguir el hilo de la historia sin mucha complicación.

 

Reseña de: Ana Martínez