¡Dídola Pídola Pon!

¡Dídola Pídola Pon!

Maurice Sendak: ¡Dídola Pídola Pon! o La vida debe ofrecer algo más, trad. de Agustín Gervás. Pontevedra: Kalandraka, 2018, 62 pp.

Traigo hoy un libro que me pesa en las manos y es que reseñar al mismísimo Maurice Sendak no es moco de pavo. La editorial Kalandraka se propuso en 2014 recuperar el legado de este maestro de la literatura infantil y juvenil y publicó, respetando los formatos originales, obras que estaban en ese momento descatalogadas o que nunca habían llegado a ser editadas en nuestro país. Lo hizo, además, en español, gallego, catalán, euskera y portugués, siguiendo su apuesta habitual por las lenguas peninsulares.  Gracias a Kalandraka, pues, tenemos acceso a una amplia variedad de obras de Sendak con títulos como La cocina de noche, Al otro lado o ¡Dídola Pídola Pon! (que reseñamos hoy).

El libro tiene un formato cuadrado, pequeño (tan solo 17×17 cm) y totalmente en blanco y negro en su interior. Se trata de una breve novela organizada en 9 capítulos más un epílogo para rematar la historia. Nos habla de Jenny, una perrita que lo tiene todo, absolutamente todo, y es consciente de ello; aun así, no puede evitar tener la necesidad de marcharse en busca de algo más porque, tal y como reza el título alternativo de la obra “La vida debe ofrecer algo más”. Mete todas sus pertenencias en una bolsa de cuero negro con hebillas de oro (aunque tiene que abandonar las dos ventanas de las que disfruta en su casa) y se marcha sin mirar atrás.

Pronto se encuentra con una gran oportunidad, parece que efectivamente la vida puede ofrecer algo más:

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Aquí comienza la nueva vida de Jenny (la perrita de la portera de mi edificio se llama igual, qué maravilloso nombre para un animal). Diversos personajes aparecen y recrean un mundo con fantasía, juegos de palabras, situaciones absurdas y mucha comida. Las ilustraciones nos ofrecen al Maurice Sendak en su papel protagonista de Maurice Sendak: entramados de líneas negras que construyen texturas y recrean atmósferas y expresiones con un acierto pasmoso. Me hablaron de una animación digital que realizaron en la ONF (L’Office national du film du Canada) y que ofrece una recreación que se aleja del blanco y negro de la obra original, pero aporta un giro más de humor que no desmerece.

Me van a perdonar, pero todavía no tengo el valor de entrar a comentar las intenciones de Sendak (aunque sí que les remito a echarle un vistazo al trabajo de Ellen Duthie, experta en el autor). Además, como de costumbre, la distancia entre lo que salió de su pluma y lo que leamos nosotros, puede ser entre deliciosamente gigantesca. Me quedo simplemente con que es uno de esos títulos que hay que leer, hojear y ojear sin cesar para acercarte a entender la historia más allá de lo que salta a la vista en un primer acercamiento. Vale la pena, muchísimo, porque “la vida [y la lectura] debe[n] ofrecer algo más”.